24 agosto 2008

A corazón abierto

Carta de una alumna

Querido Pedro: Cara a mi trabajo, tú me proponías que te enviase “una cara de folio comentando lo que discrepas, criticas, disientes, opinas lo contrario, crees equivocado, ves mejorable, etc., de los apuntes que te adjunto”. Pues bien, me parece complicado discrepar, criticar, disentir, opinar contrario… de las bellas páginas que acabo de leer, por lo que empezaré contándote una historia, basada en hechos reales, por supuesto.

Mi historia comienza hace un año. Estaba muy perdida, estancada en un trabajo horrible, no tenía dinero y había aborrecido definitivamente mi carrera [Periodismo]. Mi problema principal era que no sabía lo que quería, que no podía luchar por un futuro mejor porque no sabía qué futuro quería, no sabía qué oficio podría amar.

Un amigo me llamó, me dijo que en su productora buscaban transcriptores, un trabajo duro e infravalorado, un trabajo que nadie quería… Me presenté, me cogieron y he estado alrededor de un año desarrollando ese trabajo.

Ahora en mi empresa van a rodar cabezas. El proyecto, en el que yo y muchos otros trabajamos, se acaba. Nos van a poner en la calle, no hay más trabajo para todos nosotros y esto me ha hecho palpar una realidad que sabía que existía pero que nunca pensé que viviría tan pronto.

He visto como la gente se vuelve malvada:

- he visto como muchos pisaban la cabeza a algunos con los que, en otros tiempos, reían y se abrazaban después de varias cañas;
- he visto a personas retirar el saludo a amigos míos al verlos hablar con una jefa porque pensaban que estaban conspirando y lo que realmente hacían era comentar su nuevo corte de pelo;
- he visto a la gente hacer el mal delante de muchos ojos, mientras, esos ojos no daban crédito y, te puedo asegurar, que sufrían mucho, sufrían una gran decepción.

Hace unos días me pasaron dos cosas importantes. La primera, que me di cuenta de que ciertos compañeros míos, con la misma preparación y edad que yo, infravaloraban mi trabajo, el que yo desarrollo con tanto empeño; les pedí que me echaran una mano, ya que ellos no tenían NADA que hacer (por una serie de razones que no vienen al caso) y yo, sin embargo, tenía demasiado pero se negaron a ayudarme y se quejaron a nuestros superiores (uno incluso lloró) porque consideraban que un periodista (y lo pongo en cursiva porque, para mí, ser periodista es mucho más que haber terminado la carrera y llevar un año trabajando en un proyecto de calidad cuestionable) no tenía por qué transcribir.

La segunda cosa es que, horas más tarde la productora ejecutiva, es decir la jefa suprema (una persona que jamás había hablado conmigo, por supuesto) me llamo a su despacho y me dijo: “María, siempre llegas a tu hora, no levantas la vista del ordenador ni un segundo, pareces muy responsable y aplicada, ¿Qué quieres ser en la vida? ¿Qué quieres ser en el mundo de la televisión que yo te lo enseño? Piénsatelo y en unos días me lo dices”. Mi respuesta fueron unos ojos como platos, nadie nunca me había hecho esa pregunta.

Así que llegué a mi casa y empecé a leer tu texto, no creo que hubiera nada más adecuado para el momento que yo estaba viendo. Eugenio d´Ors… Yo ya conocía sus palabras, el año pasado tuve otra asignatura contigo y hablamos de él en clase, también hablamos del trabajo y el juego, de trabajar como si estuvieras jugando. Qué complejo me pareció eso entonces y qué fácil me resulta ahora. En este momento de mi vida ya he comprendido que el trabajo es una cuestión de actitud y que ahora, por fin, yo soy feliz porque voy a trabajar, ya no me parece el suplicio de ayer, siento que han reconocido mi esfuerzo y que había ojos mirándome cuando yo pensaba que no.

Es bonito como me siento ahora, porque nunca pensé en que el trabajo fuera un regalo y ahora tengo la oportunidad de decidir lo que quiero hacer, de hacerlo bien para demostrar que merezco la oportunidad que me han dado y eso me llena de alegría y emoción.

- Quiero ser ese “buen aprendiz, de un oficio cualquiera”.
- Quiero aprender con entusiasmo y poner ahí mi espíritu y, por supuesto, no he preguntado cuánto voy a cobrar porque eso, ahora mismo, es lo que menos me importa.
- Quiero sentir amor por lo que hago y, para mí, eso pasa por hacerlo bien.

Hay determinadas definiciones que son realmente hermosas:

JUSTICIA: dar a cada uno lo suyo, lo que le es propio, lo que se merece. Durante muchos años he pensado en qué le pediría a mi Hada Madrina, o al famoso Genio de la Lámpara si consideraran concederme un deseo. Cuando tenía 13 años, lo tenía claro: “Quería estar buena” Pero un día, tirada en el césped y mirando al cielo, lo decidí: justicia para todos en el mundo.

AMISTAD: disfrutar -aún a costa del perjuicio propio- con el bien ajeno de la persona querida. Disposición gustosa de entrega y de servicio. Los pocos años que tengo me han enseñado que no hay nada más complejo que encontrar un buen amigo, muchos me han decepcionado pero, sin embargo, los pocos con los que me he quedado me hacen fuerte, feliz y me llenan de ganas de vivir. La amistad es uno de los valores más hermosos que puede tener el ser humano.

SOLIDARIDAD: virtud que hace sentir como propios los agravios, ofensas, éxitos, etc., de los demás seres humanos. Es apreciar como también de uno mismo lo que sucede a toda la especie. Me relaciono con mucha gente que ha hecho de su profesión la solidaridad, y ellos, sin ninguna duda, son los que más entusiasmo sienten por lo que hacen, los que más aman su trabajo. Los admiro profundamente.

CONFIANZA: actúa de tal modo que merezcas no necesitar vigilancia. Ocúpate de lo que se te encomienda como lo haría el más directamente interesado en lograrlo. Esto es lo que pretendo conseguir en mi trabajo y voy camino de ello. Mi jefa me ha dado su confianza y, con ella, me obliga a no fallarle, a serle fiel, puede que yo me lo haya ganado pero ahora me queda un largo camino por recorrer, mucho que demostrar.

En fin, Pedro, podría seguir eternamente, hay mucho zumo que exprimir en estas páginas tuyas, pero creo que éste puede ser un buen resumen de lo más me ha afectado, llamado la atención o impresionado. Gracias por regalarnos esto.

(No comments)

05 agosto 2008

¿Doctorado? ¿Para qué?

¡Menuda sugerencia loca! ¿Y me lo dices ahora, Pedro? ¿Sabes dónde me pillas? Al sol de la canícula, rodeado de amiguetes, tomando una cañita, a la brisa de la playa, sudando la camiseta, dorándome la epidermis… Vamos, que mejor me cuentas otro chiste.

–Pues esto es lo que hay, mi campeón: el doctorado. O sí, o sí. Tienes que zanjarlo: o ahora, o nunca. Las grandes decisiones, los mejores proyectos que marcan tu vida, son los que se anotan en una servilleta de cafetería. El mejor think tank queda bien sentado en una terracita, tomándote unos whiskyses… como ahora en agosto. Además, la preinscripción al doctorado se cierra en Septiembre. Si no te sacas el billete cuanto antes, se te escapa el tren. Los plazos son sagrados, en esta burocracia que nos corroe. Si se te pasa sólo un día, te cae del cielo un año más. Recuerda aquel “Vuelva usted mañana”, de Mariano José de Larra.

Bien. Estás más despierto. Podemos charlar. Te veo atento. Déjame que te coma la oreja un rato. Aquí te aporto unas cuantas buenas razones, para pensarte lo del doctorado. Enchufo la máquina. Va en cadena. Estos son los motivos. Marchando…

1. RESULTADOS. Lo más grave que te puede pasar, si es que lo empiezas, es que lo termines, y salgas doctor. Bien pensado, no es algo tan grave. Yo lo he hecho ya tres veces, y no me ha dolido tanto: llegas incluso hasta a cogerle el gustillo.

2. OPORTUNIDADES. Ahora, amigo, tú puedes. Mañana, sólo Dios sabe. Te pesarán más los años, andarás más liado, pensarás que ya no tienes edad y que te faltan bríos para meterte en esas guerras… estarás más quemado que la pipa de Sitting Bull. No se es joven siempre.

3. PLENITUD. Empezar, es de muchos; terminar, sólo de pocos. Pues uno de ellos puedes serlo tú. La carrera universitaria, sólo la culmina el doctorado. Es como el “The End” de las pelis, como Móstoles o Finisterre: llegados allí, ya no queda más.

4. CONVENIENCIA. Cobra más un licenciado, que un no titulado. Gana más sueldo un doctor, que un simple graduado. Eligen antes, al que más sabe, mejor que a uno cualquiera del montón.

5. DOCENCIA. Cuatro clasecitas bien dadas, a alto nivel superior, compatibles con tu horario profesional, te brindan un sobre sueldo chulísimo, que no es nada despreciable.

6. ESTRATEGIA. No hay que poner todos los huevos en la misma cesta. Si sólo apuestas por la empresa, tienes cubiertos menos flancos que si vales también para trabajar en lo académico.

7. VIDA FELIZ: del Pilar a San Isidro, que es lo que duran las clases; Febrero y Septiembre, libres para exámenes; Semana Santa y Navidad, para el ocio, y el resto PARA INVESTIGAR. Eso es vida universitaria. Sólo disfrutan mejor vidorria que los estudiantes, los profesores.

8. AUTOINVERSIÓN. Todo lo que hagas por la empresa, allá se queda. Por el contrario, nada de lo que pongas en tu formación doctoral, queda fuera de tu capacitación propia, de tu formación y de tu currículum. Tú te lo quedas.

9. ESPECIALIZACIÓN. La carrera enseña poco más de cuatro vaguedades abstrusas en los libros. Lo real, lo concreto, lo aplicado, lo cierto, los casos, vienen cuando te enfrentas a una realidad palpable. ¿Qué mejor concreción hay, que investigar con una tesis?

10. CATEGORÍA. Con todo, digan lo que digan, ‘Doctor’ es lo que aún más viste. Hasta lo confunden con médico, como si fuera lo mismo. El prestigio de tu Tesis, no te lo quita ni hacienda. Un Dr. antepuesto a tu nombre en tu tarjeta, viste más que un marquesado.

“Pues no debe ser todo tan bonito como tú lo pintas, Pedro, cuando casi nadie lo hace…”

–Respondo también a esas objeciones argumentadas, muy típicas y bien manidas, que sin duda me alegarás.

1. NO SIRVE DE NADA. –Menos aún sirve el no tenerlo. Estúdiate la estadística: porcentaje de doctores en paro, frente a porcentaje de licenciados trabajando de mangutas.

2. MUCHOS YA LO HICIERON, Y SE MUEREN DE HAMBRE. –Ser doctor, como ser ingeniero, no te implanta una vacuna contra el paro. El trabajo no te lo asegura la universidad, te lo buscas tú solo.

3. PREFIERO INGRESAR EN UN PRESIDIO, QUE VOLVERME A LAS AULAS. –Lo admito. Pero para sacarte el doctorado, no es imprescindible necesariamente tragarte más de lo mismo. Al menos, puedes organizártelo bastante mejor. Hablaremos.

4. SÓLO HAY ALGO PEOR QUE UN PROFESOR: dos profesores. ¿Hacerme yo doctor? ¿Pasarme yo de indio a ser vaquero? Eso supondría traicionar ahora a mis compañeros, convirtiéndome yo en otro profe.
–Pues sí, señor mío. Algún día habría de ser. Así es la vida. Nadie nace padre…

5. VAN A CERRAR LAS UNIVERSIDADES. –Tal vez. Pero mientras tanto, lo que sí te seguro que no cierran, es el desempleo. Además, en toda crisis, la gente aprovecha para estudiar más.

6. PIERDES TRES O CUATRO AÑOS DE VIDA PROFESIONAL. –Menos pérdidas, chico: que la vida es muy larga. No tengas tanta prisa por producir, que ahora nos morimos todos de muy viejos.

7. TE QUITA TIEMPO PARA PUJAR PROFESIONALMENTE. –¿Seguro? ¿Crees que lo único que se valora para llegar a Jefe, es los años que tenías cuando comenzaste a currar? No llega más arriba el que antes empieza, sino más bien el que mejor avanza.

8. NO SE PUEDE ESTAR A LA VEZ A DOS COSAS: TRABAJO Y TESIS. –Já. Ya lo creo que sí se puede. Yo me he defendido ya tres tesis doctorales, y nunca se me ha ocurrido dejar de trabajar para hacerlo. Es más: cuanto más pillado andas, más te espabilas y mejor rindes.

9. SIN ENCHUFE NO SE PUEDE LLEGAR A PROFESOR. –Tal vez. Pero si no te apellidas Borbón ni Zapatero, como nos pasa al 99’99% del censo, tendrás que ganarte tus contactos de otra manera, como todo hijo de vecino. Y si no eres ni siquiera doctor, qué quieres que te diga, lo llevas bastante crudo.

10. UNA TESIS ES UN ROLLO INÚTIL. –Es posible. Pero es lo único que te hace doctor. También la carrera es un mal parto, pero es el único acceso a Licenciado.

Vamos, en resumidas cuentas, que con tu tesis eres más, ganas más, puedes más, logras más, subes más, alcanzas más… siendo doctor, que si no lo eres.

En conclusión: dime qué razones poderosas (llamarte Rockefeller, ser sultán en el Golfo Pérsico, estar al mando de una multinacional…) te recomiendan abstenerte de ser doctor, por disponer de harto mejores inversiones para tu tiempo. Y si no las tienes, hazme caso, alístate cuanto antes, que Bolonia llega en breve, y esto pasa a ser un parto elefantino.