¿Me dejas hacerte una pregunta? Es muy sencilla. ¿Para qué estás estudiando tu carrera? ¿Por qué estás cinco años metido en la Uni? ¿Qué sentido tiene tu estancia en la Facultad o Escuela en la que estás?
Dedicar
los cinco mejores años de tu vida, los más fantásticos e irrepetibles, a un fin que desconoces, es algo muy triste, irracional e imperdonable. Significa despilfarrar lo más valioso que posees, que nunca volverá, sin saber el motivo y el porqué.
Item más, resulta esto mucho más grave, cuando de esos cinco años, de cómo los aproveches, depende precisamente más del 99% de cómo quedará constituida toda tu existencia completa de adulto:
- Del
deporte que tú hagas, de la forma física que mantengas, entre los 18 y los 23 años, depende tu constitución corporal y anatómica con la que te quedes. Ya no crecerás más.
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- Del
estudio con que formes tu mente, entre los 18 y los 23 años, depende tu capacidad intelectual con la cual puedas desempeñar un puesto de trabajo. Más tarde, se te habrá pasado ya el arroz.
- De la
exigencia con que desarrolles tu carácter, tus virtudes, tus destrezas y tu capacitación, entre los 18 y los 23 años, depende cómo será tu personalidad para siempre. Lo que no hizo Pepito, nunca lo hará don José.
- De tu esfuerzo en aprender a
relacionarte con los demás, entre los 18 y los 23 años, depende tu capacidad de generar amigos y de ganarte relaciones para siempre.
No busques nada en la vida mejor que ser joven: jamás lo encontrarás. Sólo te admito que haya una cosa mejor:
aprender a ser joven, de carácter y de mentalidad,
para siempre. ¿Cómo? Siendo infatigable, constante, deportista, luchador, abierto, responsable, open mind, generoso, entregado, buen amigo…
Lamentablemente, esta realidad que es tan obvia, no la conocen -ni menos aún la valoran- nuestros jóvenes del siglo XXI. Son otros muy distintos los valores que ellos buscan: facilismo, chollo, disfrute, botellazo, desenfreno, planazo, pachanga, desmadre…
Aquí vale todo, menos lo que suene a responsabilidad, exigencia, compromiso, dedicación, trabajo, madurar, vencimiento, superación, entrega... y demás feas palabras malditas y proscritas de nuestro vocabulario.
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Esta es la triste situación de la mayoría de nuestros jóvenes universitarios. Si les preguntas a qué piensan dedicarse en su vida profesional, se encojen de hombros y te responden con un “no sé”, “ya veré”, “aún no lo he pensado”, “en lo que pueda”…
Es la solución del avestruz: esconder la cabeza en un agujero del suelo, negándose a responder las preguntas fundamentales, despreocupándose de solucionar ningún problema que alcance más lejos del “dónde vamos este finde” o “qué plan montamos este puente”.
A veces me he planteado ofertar una nueva asignatura optativa, dirigida a los alumnos de mi Facultad. Estoy seguro de que habría llenazo de inscripciones. Se matricularía en ella la gente a mansalva. Triunfaría en asistencia, por goleada (no como mi pobre Athltetic ayer). Se titularía:
“Para qué demonios estás estudiando esta carrera”.
¿Qué estás buscando aquí en la Universidad? ¿Qué esperas sacar de estos años? ¿Qué quieres conseguir: un pobre título de licenciado? ¿Un pase seguro al paro? ¿Engrosar el número de inscritos en el INEM? ¿Entrada directa al Club del desempleo? ¿Ser otro mileurista?
Yo te propongo otras metas, tal vez menos atractivas, pero mejores que celebrar san Canuto y san Cemento, que jugar con las risas y juergas de la marchuqui. Aquí te las enumero, y si me da la vida, ya te las iré desglosando:
1.-
Destrezas. Buscar una capacitación profesional competente. Saber qué es lo que demanda hoy el mercado laboral, y conseguir añadirlo a tu curriculum.
2.-
Cultura. Es eso que queda en tu inteligencia, cuando se te ha olvidado ya todo lo que has estudiado. Depende en un 99% de los libros que hayas leído.
3.-
Amigos. No los virtuales, del tuenti ni del facebook: los amigos auténticos, del mundo real. Cuántos te buscan para estar contigo y celebrar tu cumpleaños y tus éxitos y logros.
4.-
Mentalidad. Enriquecer tu visión del mundo, tu perspectiva, tu valoración de lo extraño y distinto al entorno natural del que formas parte. Erasmus. Idiomas. Estancias fuera.
5.-
Personalidad. Exigencias, mejoras, vencimientos, superaciones, logros, metas, propósitos, avances y desarrollo de unos progresos en tu modo de ser y de desenvolverte.
6.-
Madurez. Aprender a sacarte tú solito las castañas del fuego. No depender de papaíto para sostenerte y financiarte. Saber subsistir tú sólo, y ser capaz de acometer tus planes con tus propias fuerzas.
7.-
Asociaciones. Grupos. Clubs. Desde agrupaciones deportivas, hasta sociedades universitarias. Relacionarte, moverte, intervenir, aportar, tomar parte, ser miembro activo, cumplir con tu papel.
8.- Sin querer agotar el tema, podríamos seguir añadiendo muchos otros ámbitos fundamentales de tu formación profesional y humana:
elegancia,
educación,
música,
deporte,
cine,
noviazgo…
Eso es lo que hará de ti una persona cabal, un hombre formado, un profesional competente y un ciudadano completo: eso que hoy todos echamos tanto de menos.
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Si esperas a que sea la vida -a tortazos- la que te obligue a aprenderlo, en vez de adelantarte tú en practicarlo, entonces acabarás tragando la lección tarde y mal, con sudor y sangre, envidiando a los que habrán logrado alcanzarlo libre y conscientemente, con alegría y deportividad, con responsabilidad y compromiso, gestando su realidad humana y su futuro, como ellos quisieron que fuesen. Amén.