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No basta con pensar bien: en el mundo actual es fácil caer en cualquier tipo de manipulación. No basta con que los jóvenes tengan “ideas claras”: deben saber defenderlas en contextos sociales y culturales muy diversos a los de sus padres. Para eso sus padres deben dedicarles mucho tiempo. No basta con la “pedagogía del anuncio”. Tienen que darle una formación mucho más profunda: sus hijos deben asumir esos valores personalmente, no basta con que únicamente los respeten porque sean los valores de sus padres.
El individualismo pretende que se legalice cualquier apetencia. Si me gusta, ¿por qué no lo puedo hacer? Esa es la lógica que subyace en la
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En el consumismo, los niños disponen de demasiado dinero. Compran lo que quieren, y se convierten en unos consumidores privilegiados: esto se observa en la publicidad que se dirige específicamente a ellos. Hay que dar un sentido distinto al consumo, y volver a despertar entre los chicos una conciencia social alta, haciéndoles ver las penalidades que sufren muchos niños del mundo: en el extranjero, y en el extrarradio de su propia ciudad.
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Con el relativismo, llega el desplome ético: desaparecen los valores. Recuerda la frase de Groucho Marx: “Señora, estos son mis valores. Si no le gustan… puedo mostrarle otros”.