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El becario lleva las de perder, “ya que es una persona que depende por completo en lo laboral de los académicos para los que investiga. No es nada extraño que lleguen a los 40 años y que se vean obligados a buscar otro trabajo porque sus sueldos siguen siendo muy pobres y porque carecen de toda estabilidad”.
“Hay muchos de ellos que son explotados y engañados y a los que, al final, dejan tirados. Es frecuente que haya contratados cuyos salarios sean de 600 o de 800 euros. Acceder al empleo de forma estable, tanto si era público como privado, pasaba por buscarse un protector. Así era también en la universidad, y no solo en España: en Alemania a quien dirige una tesis se le llama pater doctor”.
“La investigación la realizan los becarios, que tienen que hacer una tesis y después buscar becas postdoctorales. Como éstas dependen a su vez de personas que actúan como capos (si quieren les colocan y si no, no) hay muchos investigadores que después de convertirse en doctores acumulan más méritos que sus señoritos, pero con las estrecheces económicas actuales la gente formada no va a tener ningún futuro, porque a esos investigadores ya no hay donde colocarles: la universidad está creando sus propios muertos vivientes”. Y eso si hablamos de los que ya están, porque a partir de ahora, “los que vengan se van a encontrar sin becas doctorales ni posdoctorales ni nada”.
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