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El malestar mental de los ciudadanos se ve hoy sobreestimulado por la sociedad en la que vivimos. Las certezas de ayer, a veces muy restrictivas, desaparecen y
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Aparecen problemas nuevos, antes extraños pero hoy tristemente habituales, como la depresión, el culto al cuerpo, las diversas adicciones y la violencia en la pareja, y nuevas formas de sufrimiento como la fibromialgia (fatiga y dolor muscular), la anorexia y la bulimia, el narcisismo o el Síndrome de Ulises.
Es
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Los valores dominantes hoy aceptados, los criterios de valoración por el puro éxito y el triunfo externo, las pautas de evaluación fugaces y huecas, nos parecen íntimamente a todos sobradamente ridículos, pero las acatamos sumisamente. Vivimos en pleno culto a lo efímero y a lo banal como si fuera esto lo prioritario, vemos la libertad como mera ausencia de autoridad, situamos la sexualidad en primer plano, cuando sabemos lo perecedero y trivial que todo ello resulta, sin valores superiores de amistad, amor, entrega y servicio que lo sustente.
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Sin embargo, son hoy éstos los valores vigentes, que continúan triunfando en los medios, saturando la publicidad y dominando también incluso la vida privada: narcisismo, desenfreno, depresión, sexualidad o adicciones al móvil o a Internet, rendir tributo a la novedad, al cuerpo, a la productividad desmedida, al triunfo por el triunfo. ¿Es esto un avance? ¿Es esto el desarrollo? ¿Es esto el verdadero progreso humano?
1 comentario:
Buenas Pedro:
Llevo mucho tiempo planteándome la situación en la que nos encontramos en esta sociedad acerca de nuestra salud mental. Dicen que cualquier tiempo pasado nunca fue mejor, pero mirando atrás, al menos te das cuenta de que sí había cosas que podías planear a largo plazo. Mis padres no vivieron con la angustia que produce la incertidumbre actual, donde todo es inseguro y nada tiene un futuro más allá de unos meses. Empezando por lograr un trabajo estable y acabando por tener una vida sin sobresaltos. Hay un libro de un sociólogo francés, Claude Dubar, titulado "La crisis de las identidades: La interpretación de una mutación", donde explica muy claramente esa evolución entre la generación de nuestros padres y abuelos, y la nuestra propia.
Es muy triste la época en la que nos ha tocado vivir. Somos más modernos y cultos, pero también vivimos en una amarga incertidumbre que no permite hacer planes de futuro. ¿De qué nos sirve eso?
Ramiro Lapeña
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