En su libro, el sociólogo y psicólogo Antoni Talarn propone como mejor ejemplo a las muñecas Barbie. Según él, éste es prototipo del actual modelo social, como exponente de una mujer “supuestamente ideal, bella y triunfadora”, que antepone su éxito privado, anteponiéndolo a todo acto de sumisión, de entrega o servicio. Prima más el propio interés y la autocomplacencia -aún generativamente estériles-, que la donación y la renuncia -en favor de su progenie- por unos valores.
Las chicas Barbie vienen a ser la adaptación femenil, del complejo masculino de ‘Peter-Pan’: el ansia imposible de eterna juventud, el afán del niño eterno juguetón e irresponsable e inmaduro. Aquí se darían los rasgos de “culto a la imagen, primacía de lo efímero, lo novedoso y lo cambiante; el elogio de la perfección, de la productividad; la mitificación de la juventud, del individualismo y de la uniformidad”.
Es decir, que la Barbie pasaría de ser un objeto con el que las niñas jugaban, a una imagen con la que fantasean las mujeres o los hombres adultos. Para Talarn, “es un modelo a imitar, algo que se quiere llegar a ser. De ahí que sus complementos recreen todo un mundo de posesiones: joyas, ropa, coches, barcos, etc, etc... Sí, hoy las niñas quieren ser como Barbie: delgadas y triunfadoras. Barbie es más que un juguete, desde luego. Sólo hay que ver las pasarelas actuales. Mucho rollo con el control del peso pero en realidad es más de lo mismo. Es un patrón que no cambia”.
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1 comentario:
De ataques publicitarios relacionados con cánones de belleza sabe mucho Unilever:
http://etc.territoriocreativo.es/etc/2007/10/las-incongruencias-de-unilever.html
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