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Si desea sacarnos de viejas cantinelas sindicalistas del franquismo, debe sustituir esos trasnochados ‘méritos’ de antigüedad cuartelera y demás zarandajas inútiles, por nuevos incentivos eficaces basados en la valía y en la productividad. Màrius Rubiralta y Felipe Pétriz, secretario y director general de Estado de Universidades, presentaron la semana pasada el borrador del nuevo Estatuto para la Universidad del Personal Docente e Investigador (PDI). Ahora falta negociarlo para que se apruebe.
Miguel Cancio, economista y sociólogo, sostiene que «casi el 50% del personal docente e investigador gana entre 1.000 y 1.800 euros netos al mes. Y los que ganan 1.800 euros netos al mes lo hacen después de más de 30 años de experiencia y de haber publicado numerosos libros y artículos científicos. Eso te obliga a ser un pelota servil con los catedráticos, que siempre se guardarán de que nadie les quite sus privilegios. El sistema universitario español es como un sarcófago de tercera donde yace el conocimiento».
Así no hay quien frene la fuga de cerebros. Salarios bajos, condiciones pésimas, relaciones serviles con los mandos y falta de reconocimiento social, son razones sobradas para abandonar el país y probar mejor fortuna en otros destinos.
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