En USA, por el contrario, la vida corre cien veces mucho más rápido. Tardaron sólo medio minuto en facilitarme el carné de lector para todas las Bibliotecas de Harvard. Allí mismo, en el mostrador, me hizo la foto (chulísima, por cierto) el mismo empleado .
Según este autor, aquí “preferimos vivir peor, pero tranquilos, mejor que realizar las distintivas potencialidades que cada uno alberga”. (Llámame perro, pero dame pan) “En Estados Unidos, uno se desplaza por todo el continente para lograr una promoción profesional (el norteamericano medio cambia en su vida varias veces de Estado)”.
Aquí al revés: acatamos aquello de “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. En el viejo continente tenemos otro concepto de libertad. “La libertad retrocede en España, no hay duda. Parece que el temor al riesgo que supone decidir sobre la propia vida inquieta demasiado. Hoy hay miedo a la libertad”.
Sólo la idea de apostar e invertir nos causa pavor. ‘Without risk, there is not profit’. Sin riesgo, no hay beneficio. Lo leo así escrito en un anuncio de inversiones en el Azka. Sin embargo, para muchos, “se prefiere rebajar las expectativas de promoción a jugársela por aquello que uno cree con toda su alma. Trabajar por cuenta ajena, especialmente en la condición de funcionario, es la aspiración de la mayoría. La gente piensa que es mejor la seguridad del bienestar que puede ofrecer un Estado intervencionista, aunque sea pobre e igualitaria, que afrontar la arriesgada batalla de la propia y autónoma realización personal.”
En resumen: “Ver tanto ciudadano aborregado y tanto político aprovechado provoca náuseas”. Vivimos en una sociedad anciana y pasada, carente de iniciativas y de metas audaces. “Hay mucha gente que prefiere otorgarle a los políticos más poder para tener menos decisiones que tomar y vivir más tranquilos. Reina en la sociedad un esclerótico conformismo para que el statu quo permanezca, olvidando que la rentabilidad del dinero de todos es menor en la gestión pública que en la privada.” (La tentación anarquista, en Capital, 12/2008, p. 88)