El periodismo en España, como siempre, salvo escasísimas excepciones, no existe actualmente y no se puede volver al periodismo "tradicional" porque aquél tampoco existió. Es necesario construir un nuevo periodismo más independiente, más exigente, apoyado y conectado realmente con la sociedad de la información. Es necesario que surjan medios fiables, con recursos e independientes, que se desvinculen de las antiguas prácticas.
Lamentablemente según varios periodistas que acudieron a las conferencias [Autoría y contenidos en la red, UIMP Valencia 27-29 marzo 2006] la realidad en España es justamente la contraria. Caminamos hacia el periodismo de tabloide, de prensa amarilla, audiencia fácil, tarada y poco exigente. Hacia la información como desinformación.
El periodista, el verdadero periodista, es un mercenario mal pagado al que igual se le publica como se le escupe y se le expulsa según como soplen los vientos. No tiene derechos, ni puede defenderlos, puesto que la oferta de nuevos periodistas crece cada día y los puestos son limitados. Salvo cuatro figuras, los demás, ni los más veteranos, tienen el asiento asegurado. La independencia bajo estas condiciones brilla por su ausencia.
Lamentablemente según varios periodistas que acudieron a las conferencias [Autoría y contenidos en la red, UIMP Valencia 27-29 marzo 2006] la realidad en España es justamente la contraria. Caminamos hacia el periodismo de tabloide, de prensa amarilla, audiencia fácil, tarada y poco exigente. Hacia la información como desinformación.
El periodista, el verdadero periodista, es un mercenario mal pagado al que igual se le publica como se le escupe y se le expulsa según como soplen los vientos. No tiene derechos, ni puede defenderlos, puesto que la oferta de nuevos periodistas crece cada día y los puestos son limitados. Salvo cuatro figuras, los demás, ni los más veteranos, tienen el asiento asegurado. La independencia bajo estas condiciones brilla por su ausencia.
En España existe un porcentaje de población que comparte los niveles culturales de los países del norte de Europa (los más altos) pero que tiene que vivir y convivir con una sociedad donde los medios no tienen el rigor y la calidad de los Europeos, donde el desinterés por la cultura (la de verdad, no la descorrer cortinillas, inaugurar museos y celebrar centenarios) es notable. Nos encontramos en la descorazonadora situación de que la población con menos cultura es la que forma el grueso de la audiencia televisiva y la que por tanto dicta los designios de la caja tonta, lo que ha formado un circulo vicioso, en el que lo único que varía es el creciente nivel de mierda sensacionalista a la que podemos acceder.
3 comentarios:
El esfuerzo para solucionar esto tiene que estar repartido entre diferentes grupos presentes en la sociedad:
1.- Empecemos por educar a las audiencias, para que juzguen la labor periodística como lo que es y no se queden en la anécdota de la errata o de la confusión en la lectura (en radio y en televsión). Es triste, pero es así, da igual como cuentes las noticias, si te equivocas al leer, amigo, tu crónica no vale un duro. Si las audiencias están prevenidas y saben discriminar una buena información de una mala, los números en las empresas no saldrán con tanta facilidad.
2.- Eduquemos a los periodistas en la responsabilidad social que tienen. Los medios tienen la labor de informar, formar y entretener. No formamos parte del sistema educativo, pero a través de los medios las personas se forman como ciudadanos, toman las decisiones en tanto que miembros de una comunidad. Por tanto no debemos estar al servicio de ninguna ideología, sino de la sociedad en general.
3.- Eduquemos a los políticos. Exijamos planes de estudios que incluyan contenidos relacionados con los medios de comunicación, para que desde que empieza a gestarse el espíritu crítico de las personas se les enseñe a exponerse de forma racional a los mensajes de los medios de comunicación. Y exijamos que la clase política deje de tomar los medios como campo de batalla para sus mensajes propagandísticos: basta ya de tirarse los trastos a la cabeza sistemáticamente y sin ningún fundamento y basta ya de declaraciones oficiales sin preguntas. Cuando una persona decide entrar en la gestión de la vida pública de una sociedad debe someterse al control por parte de la ciudadanía. Que la vida política, en realidad, existe en tanto que aparece en los medios de comunicación. Menos mensajes publicitarios y más acciones responsables.
4.- Eduquemos a las empresas. No vale todo. De la misma manera que una empresa farmacéutica debe velar por la seguridad y la calidad de los medicamentos que produce, una empresa periodística debe velar por la calidad de los mensajes que difunde. Que el afán por obtener el mayor beneficio en el menor plazo posible no empañe la labor de los periodistas, que deben mantenerse relativamente ajenos a las maniobras mercantiles de las empresas para las que trabajan. Y por otra parte, deben entender que el periodista es un profesional cualificado, con estudios superiores y una responsabilidad social, que no busquen mano de obra barata.
stoy totalmente de acuerdo con este comentario. La situación de los periodistas y de la profesión está en un punto peligroso, del que si no salimos, estaremos abocados a perder la esencia de nuestro trabajo: amarillismo y ventas por información veraz, profunda y de verdadero interés.
Quizá haya que empezar con el tan clamado Estatuto del Periodista, poniendo las bases de qué es el periodismo, quien lo ejerce y qué derechos tiene, así como las protecciones legales de que dispone para hacer su trabajo.
Ramiro Lapeña
Estoy totalmente de acuerdo con este comentario. La situación de los periodistas y de la profesión está en un punto peligroso, del que si no salimos, estaremos abocados a perder la esencia de nuestro trabajo: amarillismo y ventas por información veraz, profunda y de verdadero interés.
Quizá haya que empezar con el tan clamado Estatuto del Periodista, poniendo las bases de qué es el periodismo, quien lo ejerce y qué derechos tiene, así como las protecciones legales de que dispone para hacer su trabajo.
Ramiro Lapeña
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