La utilidad de los programas y la validez de la docencia siguen sin reformarse a niveles del siglo XXI. Siguen produciendo a borbotones jóvenes graduados en tropel, disparándolos contra el muro del desempleo, intentando desesperadamente lograr un trabajo.
Mileuristas decepcionados, becarios desilusionados, engañados por un sistema caduco, no entienden por qué no se cumple aquel falso adagio tan manido de “Chico: si estudias, tendrás un trabajo”. Los Reyes Magos no son ya ni los padres.
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