05 abril 2016

Trabajo y enseñanza: llegan los cambios

Copio unas atrevidas predicciones de César Molinas, en su entrevista “Cómo arreglar el paro de una vez por todas y transformar radicalmente España”, que publica hoy ‘El Confidencial’.

En el futuro no habrá paro… pero nadie tendrá un empleo (Branko Milanovic). Estamos ante un cambio muy fuerte: los traductores eran antes indispensables, ahora los sistemas traducen cada vez mejor. A los taxistas, ¿cuánto les queda?

Estamos abocados a un sistema social mucho más complicado: poca gente trabajando y mucha desempleada. Lo que no habrá será empleo por cuenta ajena, con horario fijo y salario estipulado; pero sí existirá trabajo para el que quiera trabajar.

Lo más importante es la parte creativa. Los trabajos antiguos están desapareciendo, pero los nuevos no han llegado aún. Habrá empleos que hoy ni siquiera podemos imaginar. 

No sabemos cómo serán los trabajos del futuro. La empresa tiene que asumir los costes sociales de dejar a alguien en el paro. Las empresas están acelerando los planes de despido, antes de que llegue el nuevo Gobierno… lo que tiene su lógica. Malévola, pero la tiene
.

Quien pase cuatro años sin trabajar, en el paro, después ya nadie le contratará. Hace falta mucha más competitividad en todos los niveles. En el parvulario, los chavales se matan por intervenir: todos levantan la mano para hablar, pero esa competitividad se les pasa.

Unos pocos colegios de enseñanza de excelencia públicos podrían ser una solución. El profesor tendrá a 20 o 30 chavales en clase, en grupitos que intentan resolver los ejercicios, o escriben una redacción o debaten. 

Con la universidad he tirado la toalla, empecemos por la guardería y luego ya veremos. La universidad es una vergüenza: es la consecuencia de haber dado todo el poder a los que la ocupan, sin pedirles rendición de cuentas ni ninguna responsabilidad. Lo que hacen es repartirse todo el dinero a principios de curso y su principio rector es que los profesores que ya están sigan teniendo su asignatura. No se han opuesto a Bolonia, porque degradase la enseñanza, sino porque había profesores que se tendrían que marchar.

No obstante, hay muchas personas que salen tan bien preparadas de las universidades españolas, que las empresas se las rifan. Las de física e ingeniería están muy bien, aunque su exigencia sea exagerada. No todo es un desastre, pero sí hace falta rendición de cuentas y que las universidades compitan entre ellas.

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