Ludwig J.
J. Wittgenstein, gran filósofo (Viena 1889- Cambridge U.K.
1951) redactó un prólogo para su obra “Investigaciones Filosóficas”, que no llegó
a publicar. En él decía lo siguiente:
“Este
libro ha sido escrito para quienes se acercan amistosamente al espíritu con el
que fue escrito. Creo que este espíritu es distinto al de la gran corriente de
la civilización actual, europea y americana.
“El
espíritu de esta civilización, cuya expresión es la industria, la arquitectura,
la música, el fascismo y el socialismo de nuestra época, es ajeno y antipático
al autor…
“Me
es indiferente que le científico occidental típico me comprenda o me valore, ya
que él no comprende el espíritu con el que yo escribo.
“Nuestra
civilización se caracteriza por la palabra ‘progreso’. El progreso es su forma,
no una de sus cualidades: el ‘progresar’, que es típicamente constructiva. Su actividad
estriba en construir un producto cada vez más complicado”.
¿Corremos?
Sí. ¿Progresamos? Sí. ¿Avanzamos? Sí.
Pero
(hay un ‘pero’)… ¿Sabe alguien hacia dónde vamos?
'Aceleración',
no es sinónimo de 'mejora'.
Precipitación,
no es equivalente a felicidad.
Hoy lo cambiamos todo, cada dos por tres.
La milenaria Universidad, con Bolonia.
Los 'nuevos' valores, a cada paso.
Las modas y estilos, a ritmo Zara.
Quiera Dios que no hagamos eso, con lo más valioso.
No con nuestros amigos, familia, nación, identidad...
¿Qué
es lo que buscamos? ¿Riqueza, dinero?
¿Ser
el muerto más rico del cementerio?
Es
importante tener bienes, riquezas y posesiones. Cierto.
Pero más importante aún es disponer de tiempo para gozarlo.
Occidente
tiene mucho, sí. Más que nunca. Derrocha y despilfarra.
Pero
no sé yo si nuestra envejecida civilización va a poder disfrutarlo.