Ray Allen, jugador estrella de baloncesto, escribe su carta de despedida de
la liga de basket top: NBA. Contiene enseñanzas para todos, especialmente útiles
para los estudiantes.
Hoy nuestros héroes, son los deportistas. Sus fotos atiborran
nuestros móviles y carpetas, sus posters ocupan nuestras paredes, sus nombres llenan
nuestros tatus, sus éxitos colman nuestras conversaciones…
El problema es que olvidamos, ignoramos, el enorme esfuerzo
que les ha costado conseguir ser lo que son
y llegar a donde están. ¿Su secreto? Horas
y horas de entrenamiento, de exigencia y de esfuerzo. Exactamente igual que
tú, estudiante, con tus asignaturas, trabajos y exámenes. Atento:
1) Sírvete de tus destrezas, y sácales
partido. Todo tiene sus ventajas: hasta ser un inadaptado, nuevo y raro... Te obliga a esforzarte,
a superarte, a salir de tu confort y a progresar. Busca tu ventaja, como hizo Ray
con el basket. Busca tu arma y pelea con
ella: libros, deporte, informática, música, cálculo... lo que sea.
2) Estate
concentrado. No esperes a que llegue una ocasión propicia: créala tú. No
pienses “si hubiera...”, porque “no lo habrá”. La vida siempre es complicada. No hay nada sencillo.
Si te distraes, pierdes oportunidades magníficas que no volverán a pasar.
3) Usa el motor del “no tienen razón”. Te dirán que es
imposible, que no puedes lograr tú lo que nadie antes ha logrado. Empéñate
entonces, con todas tus fuerzas, en demostrarles que no tienen razón. Los que
triunfan, los descubridores, no hicieron caso a los agoreros: úsalos como
contramotivación.
4) No es suerte: es tu don, ese valor
que tú tienes, al cual le añades tu trabajo. El mayor y más grande regalo
divino, es el trabajo duro. A Dios no le importa si se mete el siguiente tiro
libre, se repite.
5) Rentabiliza tu universidad y tu coacher. Lleva con orgullo
su escudo y sus colores. Entra en la era del trabajo duro. Busca un entrenador que
te grite: "¡Quiero veros
sudar!" Ese esfuerzo te hará ser bueno.
6) Llena de sentido lo que haces. Allen recuerda un día, madrugando
en la universidad, caminaba por el campus, vestido elegante, con su mochila, pensando:
"Soy un universitario". Ya en clase, una chica le preguntó que por
qué iba tan arreglado. Él contestó: "Porque puedo". Estaba orgulloso,
porque su vida tenía una misión y un
sentido.
7) Hacer el trabajo todos los días. Tras la universidad,
vino la NBA. A jugar con sus ídolos. De 26.000 balones que tiró, seis de cada diez
no entraron. Ganó un campeonato con los Celtics de Boston y los Heat de Miami. La
rutina, los hábitos, las viejas
costumbres… "Son el secreto". "Este juego va de
hacer el trabajo todos los días, cuando nadie está mirando", añade. Es
como el anuncio de
Phelps en la piscina: Es
lo que haces en la oscuridad lo que te pone en la luz. Todos los
grandes jugadores compiten en una cosa: En ser los primeros en llegar al
gimnasio y los últimos en largarse. Hacer eso, para Allen, esa satisfacción, es
más que ganar los campeonatos y partidos. Saber que ha hecho lo que tiene que hacer. Porque puedes.
8) La vida es el camino: Es lo que te cambia
como persona. No los resultados. No las metas conseguidas. Allen recuerda la
cantidad de veces que se han metido con él porque no se emborracha, porque
tampoco se pasa el día jugando a las cartas con otros jugadores y sacrifica a
veces a tu familia por echar unas cuantas horas más de entrenamiento. La
mayoría del tiempo, estará solo y no será el más divertido y popular.
9) Todos los días, se elige. Cada día, hay
varias opciones. Sobre todo, si quieres nadar a contracorriente por tu bien o
intentar acoplarte a lo que te dicen los demás. Las cosas se hacen porque están
bien, no porque te diga todo el mundo que es lo que hay que hacer. En casa, eso
lo digo yo y no Allen: está prohibida la frase de "porque lo hace todo el
mundo".
El ya ex jugador de baloncesto se ha retirado con 41 años. Está convencido
de que parte de su éxito es el trabajo que nadie vio. Todos los días. Muchas
horas. Ahora, le encanta llegar a casa y que uno de sus cinco hijos le diga "¿Sabes lo que ha pasado en clase
de matemáticas, papá?". Para él, es el regalo del camino recorrido.
Sigue mirando a ese niño de 13 años que fue y no se arrepiente de haberle dicho
"A trabajar, tío".
Los expertos consideran a Allen como uno de los mejores tiradores de la NBA.
Por eso estuvo en 10 All Stars. Pero él no lo dice.
Este actual estrella de la
NBA cuenta a los chavales lo que cuesta llegar arriba. Con los balones,
con las matemáticas, con la lectura. Y la satisfacción que da poder decir a los
que no creen en uno: "Os
equivocasteis".
Recientemente dijo: "Durante mi carrera en la NBA,
siempre he querido que quien me mirara pensara que yo era un tipo con el que
querría meterse en una batalla". Darlo todo. Así se es feliz. Eso es
triunfar.
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