Expongo mi sistema, por si te sirve.
Se aprende, a cinco niveles:
1. Primero, OÍRLO. Escucharlo. Atender y percibir qué es,
qué dice
2. Segundo, VERLO. Mirarlo. Escribirlo. Tomar nota. Comprobarlo y captarlo
3. Tercero, REPETIRLO. Repasarlo. Situarlo y relacionarlo con lo que ya
sabes
4. Cuarto, HACERLO. Practicarlo. Ejercitarlo. Aplicarlo
5. Quinto, ENSEÑARLO. Tratar de mostrárselo a otro, y de ejemplificarlo,
o de responderlo en un examen
¿Hay casos que lo demuestren?
Sí: nuestra cultura occidental. Desde la antigua Grecia,
hasta hoy.
La Academia. El método socrático. El diálogo. Las preguntas
retóricas.
El propio esfuerzo e interés. La reflexión. El razonamiento.
Los ejemplos de los mitos. Implicarse. La ironía.
En definitiva, la mayéutica: ayudar a que el propio alumno
extraiga las verdades de dentro de sí y por sí mismo
Y más reciente ¡La vieja pedagogía del maestro de escuela!
Aquellos viejos “Trucos” escolares, como:
recitar toda la clase juntos las lecciones en voz alta,
poner música a los afluentes de los ríos,
añadir cadencia rítmica a repetir las capitales,
cantar las tablas de multiplicar,
repetir la conjugación de los verbos,
corear los cabos y golfos de la costa...
Copiar las tareas, no es “un castigo”. Es el mismo ejercicio
cansino, monótono, pero útil e imprescindible, que el deportista repite a diario
en los entrenamientos.
Es la misma escala de tonos, que el coro repite con sus
cantos. Es repetir la posición de los dedos en los trastes con la guitarra. Es el calentamiento previo a un partido, o el destensar los músculos y
articulaciones al terminarlo.
Es la cultura de esforzarse y superarse, de aprender siempre... hasta lograr dar lo mejor de uno mismo. Las “culturas” modernas educativas -facilismo, buenismo, capricho,
no exigencia…-, creo sinceramente, que distan mucho de lograrlo.
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