El nada sospechoso de ‘tradicional’ diario El País, sino que digamos más bien favorable al gobierno de Zapatero, publica un jugoso artículo de Olegario González de Cardenal. Este Catedrático de Salamanca es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, además de director de la Escuela de Teología de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de Santander.
Simplificando, adelantemos que Olegario es más bien ‘avanzado’ como teólogo. Discrepa nada menos que con el mismo Cristo. Ahí es nada. Eso sí que es sentido crítico: ni los de Bilbao fanfarroneamos tanto, oye. En sus escritos ataca directamente la fe cristiana definida desde de los ocho primeros Concilios Ecuménicos, cuestionando que Jesucristo supiera que fuese Dios. Así titula su obra: “Jesucristo, ¿tuvo conciencia de ser Dios?”.
Con todo, habla muy claro sobre la nueva idea adoctrinadora del gobierno. Lanza en su artículo frases muy pensadas y muy claras sobre la “Educación para la ciudadanía”, que te animo vivamente a leer y que aquí cito:
“¿Cuáles son el sujeto, los contenidos y el contexto histórico de la educación? ¿Quién y dónde se educa al hombre como persona, como ciudadano, como posible creyente? Hasta ahora los educadores eran personas e instituciones con nombre y rostro (madre, familia, escuela, grupo, iglesia...). Hoy educan los poderes anónimos que constituyen la sociedad. ¿Qué responsabilidad tiene el Estado ante la actual situación de anomia y desinterés social en los alumnos?
“El Islam es sólo el botón de muestra. Lo que está ocurriendo en Francia, Inglaterra y Alemania nos obliga a repensar las relaciones entre política, cultura y religión. Todo esto hace especialmente significativa la "Educación para la Ciudadanía".
“Todos los Estados que han querido imponer una ideología nacional o revolucionaria lo han hecho con sangre y muerte. La memoria de Alemania, Rusia e incluso España está aún muy viva y un sentido de libertad absoluta se vuelve contra todo aquello que sea o se parezca a un adoctrinamiento politico”.
“La educación, como el conjunto de palabras, ideas e ideales que confieren último sentido a la vida humana compete a quienes han engendrado a una persona, a la que tienen que habilitar para la existencia no sólo con la capacidad física sino con los recursos intelectuales y morales necesarios para que sea un sujeto en la historia”.
“No había demanda social para ella sino que su propuesta surge de un partido que quiere trasvasar su propio proyecto. Se la hace pasar por universal, cuando es particular; el Estado sustituye a las familias y pone a los profesores ante el dilema de rechazarla o de impartir contenidos que violentan su conciencia. Se quita horas a otras materias más importantes”.
“Pero el problema más grave es que, dada la heterogeneidad de materias indicadas en el programa del Ministerio, se mezclan realidades totalmente distintas: las que podrían pertenecer legítimamente a una ética cívica y otras como son "la condición humana", la "identidad personal", "la educación afectivo-sexual", "la construcción de la conciencia moral", que son de otra naturaleza, y sólo pueden ser ofrecidas por quienes tienen la responsabilidad primera, es decir los padres. El Estado podría ofrecerla pero nunca imponerla como obligatoria”.
“Se mezclan reales tareas de una educación cívica con cuestiones de mayor calado y que exceden la autoridad del Estado. La primera educación es la de la persona, después la del ciudadano, y luego la de otras actitudes. Lo primero y esencial es la persona; de cómo se comprenda ella a sí misma se deriva incluso la forma de comprender y realizar su ciudadanía. Ésta no es monocorde; hay muchas formas de realizarla auténticamente a la luz de la actitud última de cada uno ante la existencia. La ciudadanía no puede ser dictada a nadie por ningún Estado, partido o iglesia”.
“Yo veo tres razones para no imponerla y repensar toda la cuestión desde el consenso.
- En primer lugar la memoria histórica de España: cada vez que se ha impuesto algo semejante, sea en la II República sea en la España de Franco, los resultados han sido nefastos. No valen ni el rechazo irresponsable ni el trágala violento.
- En segundo lugar la experiencia de un institución tan vieja como la Iglesia en sus concilios desde Nicea (325) al Vaticano II (1962-1965). Para las cuestiones de procedimiento o método se siguió siempre regla de meras mayorías, pero cuanto se trataba de contenidos doctrinales nunca se decidía como obligatorio en la fe algo que no fuera compartido por la inmensa mayoría o casi unanimidad moral.
- La tercera razón es el ejemplo de las grandes naciones como Alemania, en las que las materias que afectan al fondo del país, como la educación y la política exterior, se consideran cuestiones de Estado y se resuelven por consenso entre los grandes partidos”.
“Estamos ante un gravísimo desafío moral. Sólo la magnanimidad, el respeto y la generosidad pueden librarnos de este abismo que no se supera con mera matemática democrática”.
Olegario González de Cardenal: “Balance de un debate” (El País, 05/07/2007)
2 comentarios:
Aburres, t�o. O sea, que para justificar tu cruzada me sacas lo que piensa alguien a quien t� censuras desde la primera frase, �qu� tipo de criterio de autoridad me est�s ofreciendo?
Flipante, eres un SECTARIO. Te lo repito por si no te has enterao S-E-C-T-A-R-I-O. Y adem�s, eres un catastrofista. Lo pr�ximo que va a ser, �anunciar el fin del mundo?, �decir que todos los que no estemos de acuerdo contigo arderemos en las llamas del infierno? Pues mira, ni lo uno ni lo otro me asusta, porque me da exactamente igual que se acabe el mundo y no creo en las llamas del infierno, como no creo en Dios ni en la jerarqu�a eclesi�stica. Aburres, t�o, muuuucho.
Vuelvo a ser Alberto. Pedro, hay algo que no me cuadra en todo esto. Mira lo que dijo el tal Olegario en Valladolid ante más de medio millar de profesores de religión reunidos en el II Congreso sobre la Enseñanza de Religión en la escuela: “No hay razón objetiva, desde el punto de vista cristiano, para una objeción fundamental a la materia (de Educación para la Ciudadanía). El Estado, el Gobierno, tiene perfecto derecho a plantearla, y a mí me parece que hoy ni la Iglesia, ni la Conferencia Episcopal ni ninguna Comisión, en principio tiene razones teológicamente válidas para una objeción de fondo a la totalidad”. Y son declaraciones recogidas por Periodista Digital. Si en El País este teólogo da caña a la asignatura y en un periodico digital de derechas la defiende, la moraleja es que a Olegario le va la marcha.
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