Interesante opinión de un ingeniero vasco octogenario. Enrique de Sendagorta nació en Plentzia, Bizkaia, en 1924. Con sus ochenta y cinco años, como Ingeniero naval, es fundador de la empresa de ingeniería Sener, además de haber sido director general de Comercio Exterior, presidente de Petronor o consejero delegado del BBVA.
No es un empresario friqui. Tampoco es un ingeniero loco por los números. Le encanta la música, la pintura, la filosofía y su inmensa familia. Tiene seis hijos, 22 nietos y siete biznietos. Su opinión tiene el aval profesional de los 5.500 empleados de la empresa que ha fundado, además del respaldo humano de la estirpe familiar que ha gestado.
Sobre la ética, Sendagorta opina: “Yo he vivido tres o cuatro crisis importantes en mi vida, y ninguna tiene una única causa, pero una es común: la falta de ética y la codicia. Ya lo decía Ramiro de Maeztu cuando escribía ‘El sentido reverencial del dinero’. No se construye nada sólo con dinero, el fin del empresario es otro”.
¿Cuál es el fin del empresario?
El fin de la empresa son los hombres, y para ello hay que ganar dinero, pero sin perder la visión hmnanística. Durante años nos han enseñado que el gran principio empresarial es la maximización de beneficios. Y sólo con oírlo me pongo malo: si maximizas beneficios, ¿qué minimizas? A la gente, al obrero. Tenemos que volver al humanismo y recuperar el tiempo natural de las cosas; si no, nada fructifica.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo con este empresario vasco. Hace unos días, Jaime Mayor Oreja decía algo parecido en Roma, y después en Madrid. La crisis económica deriva de una profunda crisis de valores. La corrupción política, las envidias y rivalidades internas de los partidos y la crisis derivan en gran parte de eso. Muchos han tratado de enriquecerse olvidando su cometido (es el caso de Caja Castilla-La Mancha) y muchos otros (los ciudadanos) han hipotecado sus vidas para vivir por encima de sus posibilidades económicas buscando una felicidad material que, como siempre, defrauda de una u otra forma. Ojalá existiesen más empresarios como este señor. Trabajar contento, satisfecho, sientiéndote valorado indiscutiblemente te obliga a rendir y "producir" más y mejor.
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