Un amigo mío me ha pasado las palabras que va a pronunciar ante sus futuros suegros, en la pedida de mano de su novia. Me han parecido espléndidas, y aquí te las copio.
Queridos Luis y Ana, y toda vuestra familia:
No me importa confesaros que me siento más emocionado que nunca antes. Así que si fallo al decir algo, os pido que me perdonéis. El corazón tiene razones, que la razón ignora: yo os estoy hablando a corazón abierto, así que ahora tengo mi razón absolutamente obtusa.
Antes que nada, quiero daros muchísimas gracias por permitirme cumplir ante vosotros con el mayor deseo de mi alma. Me habéis recibido en vuestra casa, con toda vuestra familia, en el día más especial de mi vida hasta ahora.
Os hablo como los padres que sois de quien más quiero en el mundo: Lucía. Nunca podré corresponderos por la maravilla de tesoro que me vais a encomendar. Como bien sabéis, llevamos años saliendo juntos. Los dos somos como nuestros padres nos han formado, y siempre buscamos comportarnos de ese modo.
En todo este tiempo hemos ido conociéndonos y compenetrándonos, descubriendo y disfrutando de la maravilla impresionante de que seamos el uno para el otro: yo para ella, y ella para mí. Como personas adultas que somos, hemos compartido todos nuestros valores y proyectos. Sabemos que buscamos lo mismo, aquí y donde sea, puesto que los dos queremos lo mejor para el otro.
Sabemos que nada nos parece bonito ni nos gusta, por grande y maravilloso que sea, ni nos merece la pena para nada, si tenerlo nos distanciase o separase entre nosotros tan sólo un milímetro. De nuestro mutuo aprecio ha surgido entre nosotros un amor intenso que nos ha llevado a tomar la decisión de formar una nueva familia: una prolongación natural de la vuestra.
A mí no me cabe la menor duda, de que cuando Dios me creó, ya tenía dispuesto crear a Lucía: para que ella fuese el centro de mi vida y la razón primera de mi existencia. Ella sabe cuánto la adoro. No duda de que va a encontrar en mí siempre todo el apoyo que necesite para ser feliz, para ser señora de nuestra futura casa, mujer mía y madre de los hijos que Dios nos envíe: vuestros nietos.
Quiero casarme con Lucía, porque estoy dispuesto a dejar por ella todo lo que haga falta, a cambiar de trabajo, de ciudad, de gustos, de planes, de metas, de deseos. Ella sola vale para mí más que todo el mundo. Prometo que haré lo imposible y más, para que siempre encuentre en mí al novio más enamorado y al mejor esposo que jamás soñase.
Para eso hemos querido convocar hoy aquí a nuestras familias: para que ellos nos acompañen en la pública manifestación de unir nuestras vidas. Estamos seguros de que seguiremos contando con vuestro apoyo, para poder colmar de felicidad nuestro matrimonio.
Por todo eso, ahora, con todo mi deseo, con toda mi voluntad, os pido formalmente vuestro permiso y aprobación para tomar a Lucía como mi futura esposa, y que también bendigáis nuestro matrimonio.
1 comentario:
Me ha emocionado...me puedo imaginar a los padres de Lucía.
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