Ayer terminaron en Madrid las tan temidas pruebas de Selectividad. Van sucediéndose progresivamente por todas partes, a lo largo del mes de Junio. Pero cada año se presentan a examen menos alumnos. Sobran plazas en los centros superiores. Como consecuencia lógica, quedan más sitios fácilmente disponibles, disminuyendo y rebajando la calidad. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el porcentaje de aprobados ha pasado del 79,2% en 2003 al 80,6% en 2007. Desde 1995 hasta hoy, la cifra de aspirantes baja cerca de diez mil personas al año, un 9% menos cada promoción.
Hay motivos demográficos que lo justifican, pero eso no disculpa en absoluto denunciar que asistimos a un gran exceso en la oferta, repetida y rala, frente a una inmensa carencia en la demanda. Sobran titulaciones, y hasta sobran universidades. En cualquier caso, este fenómeno daña gravemente al producto estudiantil resultante. Sin especialización, sin ayudas ni compromiso alguno. Todo lanzado al montón, eso sí, muy cerquita de casa.
Los centros públicos se anuncian ya y se publicitan, con no menos ímpetu que los privados. Que si la matrícula del primer año gratis, que si te ofrecen un ordenador portátil… ¿Dónde queda la calidad de enseñanza? ¿Dónde está la excelencia académica? ¿Qué va a pasar con la investigación? ¿Para cuándo dejamos aquella promesa electoral de Zapatero: “España, California de Europa”?
Creo que los niveles no deberían de ser de mínimos, sino más bien de máximos. Menos mal que no estamos ya en aquel distrito universitario cantonal de antaño, lleno de localismos y provincialismos. El afán por mejorar y competir de los estudiantes debería se motivado, promovido y cultivado, ofertándoles avances en el nivel de la docencia, de la preparación, del intercambio, de las prácticas, de la tutoría y de la evaluación.
Muchos jóvenes valiosos se desengañan viendo con escepticismo este mundo universitario, muchas veces caduco y destartalado -hasta físicamente-, en el que se sumergen, con menos ganas de entrar que de salir. Da igual como lo hagas, porque lo único importante es sacarte cuanto antes un titulito oficial, requisito indispensable nadie-sabe-por-qué, para el acceso al mundo laboral.
¿Por qué no se establece un ranking universitario global, como en los Estados Unidos, catalogando los centros según su perfil? ¿Por qué no ofertamos becas sustanciales a los estudiantes mejores, vengan de donde vengan, para que a su vez vayan donde mejores resultados puedan obtener? ¿Por qué no se hace lo mismo con el profesorado? Basta ya de perfiles mediocres, de igualitarismos cubanos, de café para todos y de rutinas decadentes, y cambiemos esta decadencia por nuevas perspectivas de élite, con visión de altura y con preparación personalizada meritoria.
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