Un fenómeno tradicional en estas tierras son las Hermandades o Cofradías de estudiantes. Los universitarios disfrutamos con cualquier excusa que sirva para juntarnos y disfrutar en alegre compañía, con celebraciones y obras de beneficencia, e incluso con trato de hermandad y culto. Últimamente se van retomando estas costumbres. Yo formo parte de la Hermandad de los Estudiantes, como costalero, en esa cofradía del casco antiguo de Madrid. Su casa está en la castiza Calle “Puño en Rostro”, próxima a la única edificación barroca de la Villa, digna de ser visitada: la Basílica de San Miguel, frente a la Plaza del Cordón. Su pequeña dimensión alegra y engaña a la vista, dando unos aires grandiosos de magnificencia y esplendor. Se sitúa entre la Plaza de la Villa y la Plaza Mayor, en pleno corazón del Madrid de los Austrias.
La idea de crear una Hermandad de penitencia, promovida por estudiantes, surgió gracias a unos cuantos universitarios animosos con Enrique Estrada, el Hermano Mayor, que conocían la antigua imagen del Cristo: un impresionante Crucificado de Luis Salvador Carmona, catalogado como el segundo en categoría artística de Madrid. Este escultor llegó de muchacho a Madrid desde Valladolid (1708-1767), formándose aquí en un taller, llegando él después a dirigirlo, de cuya escuela nació nada menos que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su estilo imaginero se muestra libre de todo barroquismo, para situarse de lleno en el neoclasicismo. Desde el naturalismo castellano introduce la nueva dulzura, serenidad, refinamiento y sensibilidad posbarrocos.
Por fin aquel sueño se cumplió, llegando el gran día esperado, 21 de Marzo de 1991, Jueves anterior al Domingo de Ramos, haciéndose la ilusión realidad. Se realizó una espléndida salida del Santo Cristo en su nuevo paso, portado por su estrenada cuadrilla de costaleros, estudiantes en su mayoría, con un recorrido presenciado por numeroso público, que participó con toda atención en el Vía Crucis organizado. En 1994 tuve el gusto de transportar yo mismo al Cristo en la primera Estación de Penitencia celebrada dentro de la Semana Santa, al atardecer del Domingo de Ramos, saliendo por las calles del viejo Madrid, como Cofradía de Nazarenos. Mi puesto correspondía a mi baja estatura: corriente derecho de la quinta trabajadera. No nos salió nada mal. Incluso la banda de música militar del Regimiento Inmemorial, el Alcalde, el Nuncio y el Cardenal se sumaron al acto. Luego incorporamos otro paso de la Dolorosa con su propia cuadrilla, adquirimos nuestro local, aumentó el número de jóvenes nazarenos...
Desde entonces gozan de especial preferencia los estudiantes, en todos sus niveles. Por eso esta Hermandad se subtitula "Los Estudiantes". Sus fines son obras sociales y asistenciales entre los más necesitados, fomentando un auténtico sentimiento de hermandad entre sus miembros. Pasadas las vacaciones de navidad, comienzan los entrenamientos de llevar el paso. Usando unas parihuelas de madera, cargadas con sacos de piedras, por las noches desfilan por las calles y plazas del Madrid histórico las cuadrillas, esforzándose por hacer los movimientos al unísono ante las órdenes del capataz. Cada semana va aumentando el peso a transportar, con el fin de acostumbrarse.
El costal característico es una tira de arpillera, parecida a los tocados egipcios, que se ajusta a la cabeza y a la frente, para soportar el peso y la presión del paso sobre el costalero que lo porta: unas treinta personas normalmente. Hay que cuidar que no quede arruga alguna en el paño, pues lesionaría al costalero. Las zonas adaptadas para que los costaleros carguen el peso son las trabajaderas (varios palos que cruzan transversalmente el paso y que están colocados a diferentes alturas). Los datos históricos más antiguos de esta costumbre aparecieron en unos grabados en el archivo de la Catedral de Sevilla, fechados en 1647.
Debajo del paso, también hay una organización: los que se encuentran en las cuatro esquinas, son los denominados pateros, que su función es mantener bien los giros en las revirás (momento en el que el paso está girando), al lado de los pateros se encuentran los fijadores, que su función es ayudar al patero en su trabajo. Situados en los dos extremos de cada trabajadera están los costeros, y finalmente situados en el centro están los corrientes. Y cuando a altas horas termina el ensayo, entre risas y cañas en la tasca, se alegran la gargantas de los costaleros. Antiguamente eran personas fuertes, generalmente cargadores del muelle o similares. En Sevilla, La Hermandad de Los Estudiantes, sacó por vez primera cuadrilla de costaleros hermanos en 1973.
No es Madrid la primera ni la única ciudad con Hermandad de Estudiantes. A golpe de Google aparecen de inmediato otras dieciocho: Alcalá de Guadaira, Alicante, Almería (1944), Andújar (1947), Antequera (1959), Cabra, Jaén, Málaga, San Fernando (Cádiz, 1939), Granada (1944), Linares, Huelva, Elche, Sanlúcar de Barrameda (1950), Santiago (1996), Cáceres, Málaga, Sevilla (1924)... Como bien se ve, la universidad es un foro estupendo para alentar todas las iniciativas sociales, deportivas y culturales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario