“Sé auténtico, sé perseverante, sé protagonista, pero sobre todo… SÉ PERSONA”. Así se encabezaba la primera edición de este Congreso, titulada “Lo que de verdad importa”. Nueve Centros universitarios, tres fundaciones (Randstad, Obra Social de la Caixa y Fundación Rafael del Pino), dos ONG (‘Educación Activa’ y ‘Acciones Desarrollo y más’), junto con cuatro cabeceras de prensa, eran quienes promovían el encuentro.
Como tuve ocasión de presenciar en persona, asistiendo en directo, el acto fue un rotundo éxito de principio a fin. Adelanto mi felicitación a los organizadores. Ya horas antes de comenzar, por la calle General Perón y Paseo Castellana, afloraba un público numeroso, joven y puntual, que amenazaba con colapsar las instalaciones. El número de asistentes cubrió sobradamente el aforo previsto de dos mil plazas, quedando incluso algunos de pie: yo mismo.
Desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche, con interrupciones sonoras de aplausos puestos todos en pie, terminando con la actuación de un grupo musical internacional, todo se desarrolló en un ambiente sano y juvenil, incluso desenfadado, hasta con ruidos y aclamaciones procedentes del altillo del patio de butacas. La atención era absoluta, y las intervenciones con preguntas escritas no paraban. Al término de cada actuación, los universitarios bajaban al montón de sus palcos, rodeando a los conferenciantes para sacarse fotos con ellos por sus móviles, rogándoles firmas o saludos y haciéndoles toda suerte de comentarios y preguntas.
Clausuró el acto José Antonio Zarzalejos, director del diario ABC. Comentó que por su parte también le había tocado a él vivir en Bilbao «muy de cerca el sufrimiento de las víctimas del terrorismo, y comprobar que superaban la adversidad, porque vivían en un mundo de valores».
Propuso a los asistentes «tres mojones, para seguir el camino de una vida con valores. Primero: tener conciencia de trascendencia. No somos cosas, somos seres que queremos la inmortalidad. Segundo: ser conscientes de que hay valores permanentes por mucho que esté de moda la «vida líquida» que propugna el filósofo Sigmund Baumman, según el cual nada es permanente. Valores como solidaridad, tolerancia, respeto... sí, son permanentes. El tercer mojón, es el amor a la verdad».
Terminó alentando a los universitarios a ser ellos los portaestandartes de los valores: «Tened siempre presente que la vanguardia de un mundo con valores, es la juventud».
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