01 agosto 2009

Andanzas por USA. Chapter XXX: ¡Salté del peñasco!

¡Hoy me lancé al agua desde la roca de la ‘C’! Prometí que lo haría, y ya lo he hecho. La verdad es que daba bastante miedete saltar, una vez allí subido, al ver desde arriba lo lejos que quedaba abajo el agua del río. Calculándolo a ojo, unos 15 metros. La roca queda en un acantilado sobre el río Hudson, desde el Bronx.

Conseguir llegar hasta allí en bici, es toda una historia, la mar de divertida. Sales de la zona sur de Manhattam. Coges la Primera Avenida, y rodeando el edificio de la ONU, pasas al carril que va pegado a la rivera junto al río East. Aquello está lleno de gente paseando cómodamente, pescando, haciendo yogging, montando en bici o simplemente descansando tumbados al sol sobre el césped o viendo pasar los barcos: es un continuo parque toda la orilla.

Llegando a la altura de la calle 110, el ambiente cambia radicalmente: amigo, has entrado en Harlem. Los afroamericanos lo dominan todo. Baloncesto a toda marcha, barbacoas en pleno parque, música a todo volumen, gente danzando y riendo… Son otro mundo. Con todos los que he conversado al pasar, no me han pronunciado al hablar ni una sola consonante: te las tienes que imaginar tú sólo.

Había zonas que te dejaban alucinado. Por ejemplo: la calle 119 estaba casi entera cortada al tráfico. No se sabe si por el ayuntamiento, o por los vecinos a su bola. Impresionante. No creías estar en Nueva York. La vida del barrio lo llenaba todo, con ritmos, carcajadas, gente joven a montones moviéndose felices. Confieso que me he sentido medio tonto, al pasar con mi bici por el medio de ellos.

Tras atravesarme Harlem de punta a punta, llegando al final del todo, en el Norte, he cruzando el puente de Broadway, pasando directamente al Bronx. El tono vital ahí es distinto: mitad latino y mitad afro. Se oye hablar a veces español. Por fin, tras dar mil vueltas, hemos encontrado la roca de la 'C'. Rodeando el edificio azul de la foto, atravesando un bosque salvaje, cruzando luego las vías de un tren suburbano y trepando un poco, se llega a la famosa ‘C’, de Columbia University.

Ahí es cuando se ve el valor que uno tiene. La gente te anima a saltar, con gritos y gestos, desde los barcos que pasan. Pero el que tiene que arriesgarse a pegarse un bofetón contra el agua, es uno mismo. El truco para lanzarse, es no pensarlo. Simplemente te pones en el borde, avanzas un paso adelante, y la fuerza de la gravedad se encarga del resto.

Dos veces me he lanzado, saltando desde arriba, desde lo más alto, como Dios manda: para algo soy de Bilbao, oye. Al caer al agua, la notabas algo templada, cosa que se agradecía. Pero percibías de inmediato cómo la corriente de la marea te arrastraba con fuerza hacia adentro, con un empuje increíble, a pesar de que queda tan lejos el mar. Costaba bastante conseguir volver nadando de nuevo hasta la roca, única forma para poder salirte del agua.

Una vez cumplido con creces lo de saltar, el recorrido de vuelta a sido emocionante. Me he pedaleado entera toda la rivera Oeste del río Hudson, desde la calle 211 hasta la calle 34. Resulta increíble ver tantos kilómetros (21) de parque, repleto de césped y de jardines, justo al lado del río, cargados de gente funcionando la mar de a gusto, haciendo alegremente su vida. Me ha dado una envidia inmensa. Yo quiero venirme a vivir aquí.

El ambiente iba transformándose poco a poco, a medida que avanzabas. Cuanto más te situabas hacia el Norte -zona Harlem-, más familias veías con ambiente animado, montando celebraciones y fiestas de amigos o cumpleaños, con niños pequeños correteando y con mucha gente joven divirtiéndose. Bajando ya a la altura de Central Park, hacia la calle 110, el entorno se iba volviendo más europeo, de un estilo... digamos correcto y formal, de un tipo silencioso y urbano.

Tras cuatro horas de pedaleo y de baño, haciendo turismo barato, me visitado esta tarde la ciudad entera de cabo a rabo, gozando de unas vistas alucinantes desde las orillas… Vamos, que sin duda alguna es una experiencia que te recomiendo hacer si vienes. Al regresar, los amigos a los que se lo he contado me han pedido que repita el plan mañana con ellos. No sé. Ya veremos.

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