Las calificaciones no salen ya de un examen: vienen de una amalgama de trabajos, exposiciones, presentaciones, tareas y puestas en común que entorpecen y atontan la mente.
¿Por qué tratar a los hombres adultos como si fueran aún niños? ¿Dónde ejerce el universitario hoy su responsabilidad para formarse? ¿Dónde queda su libertad, si todo se lo dan hecho, con montones de clases y de trabajos?
El “Grado”, con sus sesiones obligatorias, con sus tareítas para casa, con su pasar listas en clase, con sus “controles” y con toda una sarta de memeces, han infantilizado y aniñado a los estudiantes. ¡Eso no es universitario serio! Así no se forman hombres enteros, sino más bien expedientes inútiles.
¿Por qué tratar a los hombres adultos como si fueran aún niños? ¿Dónde ejerce el universitario hoy su responsabilidad para formarse? ¿Dónde queda su libertad, si todo se lo dan hecho, con montones de clases y de trabajos?
El “Grado”, con sus sesiones obligatorias, con sus tareítas para casa, con su pasar listas en clase, con sus “controles” y con toda una sarta de memeces, han infantilizado y aniñado a los estudiantes. ¡Eso no es universitario serio! Así no se forman hombres enteros, sino más bien expedientes inútiles.
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