Para progresar de verdad, según Antoni Talarn, necesitamos tener más libertad. ¿Libres? ¿Nosotros? ¿Libre de quién? En primer lugar, libres de nosotros mismos. La peor esclavitud, es la del animal descontrolado. “Todos los necios son esclavos”.
Tus caprichos son tu peor tirano. Obedecer al antojo sería como confiar el gobierno de tu buque al más irracional de tus marinos: naufragio seguro. Tu fuerza la mide tu autocontrol. Eso es lo que marca tu eficacia: lo que seas capaz de mandar en tu agenda, en tu horario, en el orden de tus ocupaciones y de tus quehaceres.
Tus límites, tus frenos, tu autorregulación, es lo que maraca tu libertad. La fuerza no está sólo en lanzarse, también -y mucho más aún- está en saber contenerse. Si no limitas tu velocidad al conducir, tu libertad sólo va a durar lo que tardes en coger mal una curva en la carretera.
Para ser realmente libres hay que saber “poner límites a aquello que los necesita. Hay que dar a entender a los niños (o a la gente) que no todo es posible o alcanzable, utilizando criterios realistas explicados con el diálogo; o con la imposición cuando es necesario. Es muy importante recuperar el concepto de límite. También el de esfuerzo y el de constancia. Para ello, el progenitor ha de tener algunas cosas claras. Si no, mal asunto...”.
Pero no estamos ahora precisamente en la sociedad más favorable para limitar nada: “Nos están vendiendo siempre que lo tengamos todo en cualquier momento, rápido, cómodo y barato. Nos dicen 'no se prive usted de nada, sea como un crío, dese todos los gustos; sea feliz, viva sin imposiciones ni dificultades'. Y como el adulto se compra cada Navidad todo lo que puede y más, cómo le va a decir a sus hijos que no pueden tener cuatro consolas de videojuegos”.
Así, llegamos a un mundo, según Talarn, “que vive en la intolerancia a la frustración y que sufre sus consecuencias, ansiedad e infelicidad. Se tiene la idea de que todo será posible ahora mismo. Y como eso no es siempre así, surgen la frustración y el desencanto. Y en los casos más extremos, la falta de respeto, de ética y la agresividad”.
Alguien propuso eliminar todas las barreras para ser verdaderamente libre. Eso sólo es válido para los dioses, no para los hombres. Tu día no puede tener más de 24 horas. Tu hígado no puede soportar todo el alcohol que tú bebas. Tu salud no puede aguantar toda la marcha que le quieras meter. Tu descanso no resiste sin el debido reposo. Tus noches no son ilimitadas. Tu cuerpo no se mantiene en pie todo lo que le exijas. Es necesario reconocer las limitaciones. Esa es la verdadera libertad: usar sólo según lo que realmente tienes y eres, no lo que tu alucine te dicte.
1 comentario:
te has leído el libro de Talarn? la verdad es que tiene buena pinta..
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