18 noviembre 2008

Mutilada de ambas piernas, sólo piensa en volver

¿Qué vas a hacer ahora, sin piernas? "- Ir al Congo; el mes que viene, si Dios quiere". ¿Pero qué dices? Hermana Presentación, con tus 64 años cumplidos, so valiente, ¿es eso en lo que piensas, cuando el día 28 perdiste allí las dos piernas? Serás monja, vale, pero desde aquí te grito: ¡Ole tus bemoles!

Tienes más firmeza tú, siendo mujer y religiosa, que un soldado de la legión. No conozco a un solo legionario que tras amputarle ambas piernas, vuelva al mes siguiente a incorporarse al ejército. Tú tienes algo en tu corazón, que mueve más que las bombas: el amor de Dios. Me entusiasma que aún quede gente así, de tu talla: tan joven de espíritu, tan enamorada de su vocación misionera, tan entusiasmada por servir a los demás.

Esta monja española en el Congo, la Hermana López Vivar, fue amputada de ambas piernas por el bombardeo a su Hospital. Y sin embargo, la religiosa ha afirmado este lunes que está dispuesta a regresar: "Miedo no me da; si puedo ser útil, vuelvo. Es una gracia de Dios que se me ha concedido seguir viviendo y aprovecharé para seguir ayudando de lejos y para animar a otros a ir y decirles que no deben tener miedo de ayudar".

Siendo enfermera diplomada, esta misionera del Instituto de Religiosas de San José de Gerona trabaja en el Congo desde hace 14 años: los últimos en el centro médico que la orden tiene en la localidad de Rutshuru, en la provincia de Kivu Norte, junto a la frontera con Ruanda. La zona es el centro neurálgico de los más graves enfrentamientos entre las tropas rebeldes del general Laurent Nkunda y las fuerzas militares del Gobierno de Joseph Kabila.

Su casa "funciona casi como un hospital" y allí llevan años atendiendo a los heridos de uno y otro bando, hasta el punto de que según ella "todos los militares nos conocen por el nombre, nos aprecian y nos respetan". En la casa destruida vivían cinco religiosas -tres españolas y dos africanas- y tristemente se encontraba "en mitad del campo de batalla ese día".

"Gracias a Dios he sido yo sola la herida", ha afirmado la Hermana. Preguntada por lo que piensa hacer ahora, Sancho responde sin dudar: "Ir al Congo; el mes que viene, si Dios quiere", con la intención de reunirse con las otras religiosas del centro -que se encuentran refugiadas en la vecina Ruanda- y con las que espera reabrir la casa, porque el centro médico sigue funcionando con personal local.

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