Felicidades, Majestad. Feliz cumpleaños, y que cumpla muchos más. Le deseo de corazón que lo celebre por todo lo alto, con su familia real en pleno, y con todos sus nietos. Nada existe más alegre y envidiable que una gran familia, y más aún en un caso tan emblemático como el de la suya.
Advierto que yo no soy monárquico, en absoluto. Tampoco soy tradicionalista. Menos aún rancio, ni anacrónico. Pero sí que intento ser educado, y más aún agradecido. ¿A qué? Al ejemplo real de Sofía ('real', en el doble sentido de regio y de auténtico), prestado perfectamente en los últimos 33 años, sin saltarse ni una coma.
Sofía de Grecia ha sabido anteponer su papel de Reina consorte y de Señora de la casa real, por encima de todo otro interés personal o proyecto suyo. Eso merece un reconocimiento de todos, una alabanza declarada y una sincera felicitación. Desde aquí se la envío, con toda mi gratitud.
Brevemente repasaré los porqués de mi agradecimiento.
Primero, como Reina. La más noble, elegante, digna y solemne, al mismo tiempo que muy cercana, natural y entrañable. Eso es algo muy difícil de vivir y de conjugar, sin una exigencia, un esfuerzo y una altura humana encomiables.
Segundo, como esposa. Cuando abandonó cuanto poseía, apostando todo por su marido, cuando aún éste no era nadie, mientras que ella era la princesa de la corona griega… ¡eso sí que es un ejemplo auténtico de amor, de fidelidad y de entrega!
Tercero, como madre, y progenitora de reyes. Ese papel maravilloso dignifica a su auténtico nivel, la hoy tan denostada tarea de cuidar del hogar y del rol de la maternidad. ¡Otra hazaña más que ella ha sabido cumplir como nadie!
Cuarto, como señora de su casa. Ejemplo insuperable. Sobre esto, no me resisto a contar algo que yo sé. Contigua a mi casa, en Bilbao, en la Calle Rodríguez Arias, está la tienda de moda infantil ‘Veritas’. La conozco desde niño, mejor aún que mi casa. Llamada esta modista en 1975 a la Zarzuela, para vestir a los entonces infantes, en la jura de su Padre como Rey, tras la muerte de Franco, acudió allí ella con una maleta llena de modelos.
Ni corta ni perezosa, le comentó la Reina Sofía al verlo: “¿No podríamos aprovechar los trajecitos del año pasado?” A eso respondió la dueña de ‘Veritas’: “Alteza, ¡sus hijos han crecido bastante!” Respondió la entonces Princesa: “¿Y si les sacamos los bajos?”
Allí tienes a la de ‘Veritas’ chupando hebra y enhebrando, recosiendo los dobladillos del pantaloncito y de las faldas. Con esas ropas estuvieron en los actos.
Para no alargarme, sólo anotaré un detalle de una famosa mujer, la que fue bisabuela del Rey David, comparable a lo que la Reina Sofía le dijo al Rey Juan Carlos. Al rogarle a Ruth su suegra que no le acompañase en su partida de vuelta a Israel, abandonando su casa, su familia y su país, ella le respondió:
"Yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras y allí seré enterrada. Que el Señor me castigue más de lo debido, si logra separarme de ti algo que no sea la muerte".
Majestad, hoy habéis ganado otro admirador y partidario vuestro.
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