“El incierto futuro del periodismo”. Las escuchas ilegales del News of the World, de Rupert Murdoch, convierten un servicio público en un negocio donde todo vale: prensa sensacionalista truculenta que se inmiscuye en las vidas privadas para airearlas con la coartada del interés público.
La crisis económica se ha llevado por delante a 2.700 periodistas tan solo en Madrid. ¿Efecto? Calidad de la información pésima. Todos los grandes medios han reducido sus plantillas, bajado salarios y empeorado las condiciones laborales de sus periodistas.
La crisis ha sido excusa para despedir a los más veteranos con mejores salarios para sustituirlos por jóvenes ni mileuristas. Este es el panorama de cualquier redacción. Eso del periodista experimentado que ayuda y enseña al recién llegado ha desaparecido. Ya no hay maestros.
Se cierran corresponsalías, se limitan los enviados especiales y se discute el café sin justificante con la fuente. Hay mayor exigencia, pero no de calidad, sino de espectacularidad. Quieren la exclusiva permanente, la noticia diferenciada del competidor, la revelación de lo desconocido a golpe de teléfono y sin pisar la calle, o el relato desde la redacción de lo ocurrido a cientos o miles de kilómetros.
La presión sobre los profesionales para que sean “rentables” ha emponzoñado la profesión hasta la náusea. La especialización, antes valorada, es hoy un inconveniente. Todo sin profundizar: escriben y graban en vídeo (periodistas multimedia) información superficial, de usar y tirar, que ni requiere atención ni mueve a la reflexión. Si vende es buena y si no, fuera.
La pésima situación que atraviesa la profesión es el terreno abonado para la noticia mal contrastada, la sustitución de la información por la opinión, la manipulación de la realidad y la búsqueda del efectismo por encima de los contenidos. El peligro es que la falta de rigor es hermano del sensacionalismo y del abuso, cuando no de la mentira.
El debate sobre el futuro de la profesión se ha centrado en Internet contra el papel, cuando lo sustancial no es el medio, sino los contenidos. A través de la Red o por los medios tradicionales, el buen periodismo exige estar donde ocurren los hechos para ser testigo y poder narrarlos después, con honradez. Con crisis y sin ella, siempre habrá buen y mal periodismo y buenos y malos periodistas, pero la situación actual de la profesión conduce al peor de los escenarios. Ojalá me equivoque.
1 comentario:
Bueno, creo que la caída en la calidad del Periodismo vienes de lejos (un pasado inmediato). Sé que dices que el medio no tiene importancia pero la aparición de Internet ya supuso la búsqueda de la noticia inmediata (al carecer de calidad ya se buscaba la espectacularidad) y el cierre de corresponsalías. Para mí la crisis tan sólo ha sido un agravante o un acelerante de la mala (en cuanto a calidad) y precaria (para los jóvenes periodistas) situación.
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