26 junio 2006

La lectura como enriquecimiento de uno mismo

Hay obras literarias que constituyen auténticos hitos de la cultura. Nadie con una mente bien desarrollada puede ignorarlas. Varios de esos títulos nos suenan a todos de sobra conocidos... pero no se trata de dar ahora aquí una clase de Literatura. Estamos en período de vacaciones. Así que comenzaremos recomendando lo más fácil y entretenido, entre las publicaciones disponibles en nuestras bibliotecas.

Si ya te has leído las obras que propongo, me alegro sinceramente y te felicito. De todas formas, no es tiempo perdido el empleado en releer de nuevo las joyas literarias. Guardo siempre accesibles el Quijote y la Biblia, como libros de cabecera y de referencia obligada, tanto por su sabiduría probada, universalmente admitida, como por su acumulación de estilos (prosa, poesía, narración histórica, género apocalíptico, proverbios, biografía...) que forman una pléyade de riqueza imperecedera.

Comenzaremos, por tanto, presentando el género de comedia. Una buena carcajada, es lo que mejor sienta: para la cabeza, y para el cuerpo. Desternillarse de risa, es de lo más sano que existe. Al menos, así es como yo lo pienso y recomiendo, clases incluidas. No tienen por qué ser tristes y aburridas las cosas bien hechas. Hasta en un funeral reciente, un auténtico crack amigo mío, Josito, supo arrancar la sonrisa a los presentes contando una última ocurrencia jocosa del difunto, dicha poco antes de fallecer.

Reírnos es precisamente lo que buscamos la mayoría de las veces, tanto al tomar unos tragos, como cuando nos reunimos de tertulia con nuestros amigos. Queremos alegrarnos la existencia, sonreír a gusto con las peripecias contadas y disfrutar de un rato agradable. ¿Por qué no hacer lo mismo con la lectura?

Hasta en los momentos más trágicos, cabe hallar motivo de diversión. En la biografía y en la película de Sir Thomas More -premiada con varios Óscars: “Un hombre para la eternidad”- Lord canciller de Inglaterra y mártir decapitado por Enrique VIII, comprobarás cómo este insigne personaje supo hacer chistes, con perfecto humor británico, hasta en el catafalco de su ejecución. Entregó al llegar una propina al verdugo, para que le cortase la cabeza bien, a poder ser de un solo tajo. Antes, pidió permiso para poner la barba entera encima del tronco, con el fin de que no se la afeitasen por medio, a la vez que el cuello. Al subir, pidió ayuda para ascender los escalones, afirmando que ya no la necesitaría para bajar, que entonces no le traería tanto cuidado caerse... A leer, y a reír.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La lectura enriquece y es uno de los grandes placeres de esta vida, a menos -claro- que estemos ante un pestiño. Pero hay otro placer (junto a la comida, el sueño y el sexo), tanto o más enriquecedor que la lectura: escribir. Bueno, esto lo dice alguien que ha hecho de este placer una forma de vida, sí, soy periodista. Como profesional me dedico a los relatos de actualidad, de todo tipo: política internacional, política nacional, economía, cultura, sucesos (aunque bien es cierto que hablar de higadillos no es lo que más me apasiona). Y quizá son los relatos de actualidad son los que más me gusta, pero en mi vida privada prefiero la literatura de ficción (quizá con un toque de realidad). ¿Habría algún lugar en que, los que nos gustaría algún día publicar novela, pudiéramos informarnos de cuán largo y complicado es?

Marina Lacalle dijo...

Usted habla de la lectura. Alguien propone la escritura. Está bien, pero el verdadero paraíso de la emoción en estado puro está en la música: hacer arte con sonido. ¿Se ha planteado incluir una sección musical en este blog?