Rafael Alvira, mi Maestro, en su reciente libro ‘Humanidades para el siglo XXI’, sostiene que “las humanidades son totalmente prácticas para el hombre. Ante la sociedad no se hace visible su utilidad, que si bien no es productiva, sí que tiene un efecto más hondo y de mayor alcance, pues influye y orienta las decisiones y las vidas de las personas”.
“Son tres las dimensiones fundamentales para la perfección del hombre: conocer lo verdadero, amar lo bueno y disfrutar lo bello. En el sistema educativo actual, sólo se cultiva la inteligencia, y no siempre bien. Sin embargo, están muy poco atendidos tanto el sentido estético como el sentido ético, porque no se educa la voluntad. Son fallos de formación humanística muy graves. El modo de poner remedio a estos fallos pasa por tomarse en serio al hombre en su totalidad”.
“La clave está en el maestro. Hay que favorecer la presencia influyente de las personas que creen en el valor de las humanidades y que saben: sólo ellos pueden hacer una transmisión vital del saber humanístico, mover como lo hace el ejemplo”.
“Se minusvalora el diálogo personal con la profundidad y la calidad que se merece. Se olvidan del consejo de Platón: es más importante escribir en las almas, mediante las ideas, el ejemplo y el trato; hacer un humanismo vivo. Cada saber sólo es verdadero en su sitio, orientado hacia el bien del hombre. La división entre ciencias y letras no corresponde al espíritu humanístico. Hay que convencerse, y hacer saber, que el espíritu humanístico no es ornato del conocimiento, sino que es la savia”. (Entrevista de Rubén Pereda, 28/06/06)
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