«Durante siglos Europa ha sido una idea, una esperanza de paz y entendimiento. Esta esperanza se ha hecho realidad. (…) Los ciudadanos y ciudadanas de la Unión Europea, para fortuna nuestra, estamos unidos.
«En la Unión Europea estamos haciendo realidad nuestros ideales comunes: para nosotros el ser humano es el centro de todas las cosas. Su dignidad es sagrada. Sus derechos son inalienables. (…) Nos esforzamos por alcanzar la paz y la libertad, la democracia y el Estado de Derecho, el respeto mutuo y la responsabilidad recíproca, el bienestar y la seguridad, la tolerancia y la participación, la justicia y la solidaridad».
«En la Unión Europea preservamos la identidad de los Estados miembros y la diversidad de sus tradiciones. Valoramos como una riqueza nuestras fronteras abiertas y la viva diversidad de nuestras lenguas, culturas y regiones. (…) La riqueza de Europa se basa en el conocimiento y las capacidades de sus gentes: ésta es la clave».
Marcelino Oreja Aguirre, haciendo balance de los primeros 50 años de la Unión Europea, explicó el día 23 en Roma que «más que sus instituciones políticas, son los valores que encarna la UE los que explican el interés, el prestigio y la esperanza que suscita en el mundo la obra realizada en Europa desde hace medio siglo».
El ex comisario europeo presentó el informe del grupo de sabios en el congreso «Valores y perspectivas para la Europa del futuro», afirmando que debe tomar «conciencia de su fuerza, que se basa en los valores que integra: paz, libertad, democracia, tolerancia, dignidad humana y derechos humanos, respeto de la diversidad y la subsidiariedad, búsqueda del bien común, sin dominación de un grupo sobre otro».
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