20 marzo 2007

Downshift

“Una nueva filosofía de vida esté cobrando fuerza en Europa: el downshift. Cansados de la vida materialista y de los días interminables al amparo del techo de la oficina, los downshifters han llegado a la conclusión de que no compensa trabajar tantas horas porque lo que se obtiene a cambio es difícil de disfrutar. Según este nuevo fenómeno social, no hay dinero ni ascensos que compensen el tiempo no ocupado en otras actividades. Así, el downshift se convierte en una solución que consiste en llevar una existencia moderada, sin gastos adicionales que supongan trabajar de sol a sol. Desde 1997, hay doce millones de downshifters en Europa”. (A. Martínez, Expansión, 08/03/07)

Con mi mayor orgullo, leo cómo lo comenta mi gran amigo, profesional y alumno, Miguel Delgado en su artículo “La generación que viene”. En él muestra su vivencia y sus convicciones sobre el nuevo fenómeno Downshift: las generaciones de hoy creen que “no compensa trabajar tantas horas porque lo que se obtiene a cambio es difícil de disfrutar.” En la nueva Generación del Ocio, cansada de la euforia materialista, sus miembros aspiran a menos en términos económicos o profesionales a cambio de más tiempo libre.

Según afirma Miguel, “no aspiro tanto a crecer como empleado, porque le doy más importancia a crecer como persona. En mi opinión, hoy en día mucha gente aspira y se esfuerza por desarrollarse profesionalmente, más por convención social –te lo impone la sociedad- que por convicción propia. Yo, sin embargo, tengo claro que aquí estamos para disfrutar, y que lo más importante de mi vida es ser una buena persona y disfrutar de los míos”.

Es muy distinta su idea de trabajo: “a la empresa, no la sentimos nuestra –no es nuestra familia, ni nuestro ocio, ni nuestro amigo-… Pero el dinero no es mi meta. No soy muy ambicioso. Disfruto mucho más leyendo un libro de Walt Whitman al sol –probadlo, leed a Whitman, sentid la vida-, que recibiendo un par de palmaditas en la espalda del jefe de sección por el estupendo trabajo que he realizado para la empresa. Empresa que no es la mía, puesto que la única empresa que me importa soy yo, mi felicidad y mi familia”.

“Empezar a conciliar trabajo y ocio, acortando las jornadas laborales o flexibilizándolas mucho más, aunque esto suponga incluso una reducción de salario, porque hay cosas más importantes que el dinero. Por ejemplo, tú. Vivimos en una "sociedad-máquina de producir deseos" –término del filósofo francés Gilles Deleuze-, es decir, una sociedad consumista: compramos compulsivamente, y luego no tenemos tiempo para disfrutarlo. ¿Absurdo, no? Pues en eso estamos. Cada vez queremos más dinero para comprar un placer que rara vez vamos a tener tiempo de disfrutar.

“Yo tengo más objetivos personales e intelectuales que profesionales o económicos. En mi caso, sueño con ser escritor, no directivo. Y sueño con un mundo mejor, más solidario -a todos los niveles-, porque aún soy joven, rebelde y soñador. A ver cuánto me dura. Supongo que hasta que llegue el peso de la hipoteca o cuando lleguen los niños, lo que me convertirá en un trabajador más, sin más aspiraciones que el dinero. Y adiós al downshifting. Fue bonito mientras duró…”.

¡Bravo, Miguel! Me has convencido. Tienes toda la razón. Soy de los tuyos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lástima que haya gente como yo, auténticos adictos al trabajo que pasan horas y horas currando no por ganar más dinero, ni por promocionar(yo lo he hecho siendo "precario", os puedo asegurar que no me aumentaron la beca y en realidad a mí me gusta mucho la redacción y el micrófono, no quiero andar de despacho en despacho)sino porque nos divierte demasiado.

Alejandro MC dijo...

Lo que en Europa están descubriendo, aquí en Uruguay ya lo damos por sentado. Para qué tanto trabajar, si no vamos a poder disfrutar lo poco que obtendremos a cambio.

El mismo caso, a la inversa.