Con la crisis, aumenta la inseguridad. Este lunes atracaron mi escalera. Sí, en mi casa donde vivo. No resido en zona de lujo: mi casa está junto al barrio de Tetuán, no es La Moraleja precisamente. Los delincuentes se llevaron 3.000 euros de una consulta médica del segundo piso. Cuando asaltaban unas oficinas del tercero, una vecina llamó a la policía. Tampoco es que nos sirviera de mucho: los ladrones huyeron por la terraza.
Vete acostumbrándote. Esto no será extraño en los próximos años. Ya han llegado las vacas flacas. Aumenta el desempleo, crece la inflación, bajan los sueldos y el INEM no paga más de 18 meses. Casi la séptima parte de los habitantes en España son emigrantes. Caen primero los de abajo: si no tienen ingresos, de algo han de vivir, propio o ajeno.
Conclusión: vigila tu seguridad, pon rejas, enchufa alarmas y cuida las cerraduras. No guardes en casa nada valioso ni sustraíble, ni te tomes confianzas. Desde un ordenador hasta un microondas, todo puede ser apetecible para un robo.
Además, en Madrid hay tradición centenaria multisecular sobre este tema del hurto. Algo tan emblemático y tan cañí, como el mercado madrileño del Rastro, no es en nada ajeno a estas lides. Ramon de Mesonero Romanos (Madrid, 1803-1882), escritor costumbrista y periodista, sostiene en 'El Antiguo Madrid' (1861) llámase Rastro por ser el sitio en que van a parar las prendas y efectos de desecho y otros tantos robados. Según este autor, ya entonces podías comprar en el Rastro el domingo, lo mismo que te había sido sustraído el sábado.
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