Ofrece Lucy Kellaway en ‘El Cronista’ -www.cronista.com, traducción: Graciela Rey- un divertido pero real juego de rol: «Jefe que se impone a subordinado». En el ámbito universitario, sería «Profesor que ningunea a alumno». No consiste en nada más que en aplicar al estudiante ese proverbial y clásico adagio: “El alumno, por el mero hecho de serlo, ya debe ser despreciado”.
Comenta Lucy: Reglas del juego 'Soy más importante que usted'. Cada uno lo hace a su manera. Se trata de unas cuantas normas básicas que se ubican en dos categorías: las cosas que hacen que una persona importante se sienta grandiosa y las cosas que hacen que el otro se sienta insignificante. La mayoría se refiere al tiempo: para ganar en el juego, uno debe demostrarle a la otra persona que el tiempo de uno es mucho más importante que el suyo. Uno está más ocupado y tiene la agenda más llena. Siempre. Reglas:
1.- Escuchar. Hay que escuchar de manera muy selectiva y nunca si la otra persona está hablando de su propia vida. Se le puede preguntar por la familia, pero, en cuanto empieza a contestar, hay que mirar por encima de su hombro o empezar a hacer una lista en el PDA con las cosas que uno tiene que hacer.
2.- Código del vestido. Aquí la persona importante tiene posibilidad de optar: puede vestir de manera muy elegante y cara, o de manera muy descuidada. Una vez trabajé para alguien que era demasiado importante como para meterse la camisa dentro del pantalón.
3.- E-mail. Tres reglas. Consiga que otros envíen sus mails por usted. Responda sólo a los mensajes más esenciales y, si los responde, no se preocupe por comprobar si su mensaje es coherente.
4.- Otras frutas. Haga que todos los días le envíen a su oficina un plato de fruta cortada. Esto demuestra que usted está demasiado ocupado como para pelar sus propias naranjas y es lo suficientemente importante como para que la empresa se preocupe por su dieta. El plato debe quedar todo el día sobre la mesa de café, cubierto con papel de servilleta, para dar a entender que usted está demasiado ocupado como para comer. Nunca hay que ofrecerle fruta al visitante, porque sus niveles de vitamina C son mucho menos importantes que los suyos.
5.- La oficina. Una oficina enorme con muebles elegantes y fotos suyas con Nelson Mandela y Tony Blair estaría muy bien, pero se puede hacer mucho con menos. Aún en una oficina más pequeña se puede poner a la otra persona en desventaja obligándola a sentarse en uno de esos sofás en los que es difícil sentarse y de los que no es fácil emerger.
6.- Hablar. En este rubro hay tres opciones. Hable en un tono muy bajo, para que la gente tenga que esforzarse por escuchar. Hable en un tono increíblemente alto, para que la gente esté obligada a oírlo, lo quiera o no. O, (y esta es la estrategia más poderosa) hable con una lentitud agresiva para hacerle perder tiempo a los oyentes y dar la impresión de que son demasiado estúpidos como para entender si alguien les habla normalmente.
7.- Final. Por si esta lista lo ha agotado, me gustaría presentarle una versión diferente y más avanzada del juego, (…) llamada «Hagamos como que yo no soy más importante que usted». El que sabe jugarlo bien, puede obtener lo que quiera de la vida. Lamentablemente, hay un inconveniente. Cuando el que lo juega es una persona común, simplemente parece bien educada. Para ser un maestro en este juego, uno ya tiene que ser enormemente importante antes de empezar.
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