Ya iba siendo hora de cambiar la universidad. No digo yo que todo lo nuevo sea necesariamente bueno… pero por muy malo que sea el cambio, es difícil que logre empeorar lo que ahora tenemos: este viejo modelo napoleónico nuestro, tan trasnochado y tan caduco, que no hace más que rechinar y tambalearse, inseguro e ineficaz, amenazando con anegar y malograr todo intento de mejora y avance.
Ante el mundo global en el que hoy vivimos, donde profesores y alumnos recorren a sus anchas sin fronteras todo el globo terráqueo, si no damos un cambio radical de una vez, España amenaza seriamente con quedar anquilosada en el mayor desprestigio. ¿Por qué prefieren los alumnos de Erasmus a España, frente a la competencia de mucho mejores universidades? ¿No será por la marcha, la juerga y los botellones?
¡Pues sí que estamos buenos! Es como si un teatro pretende sostener el prestigio de sus representaciones, a costa de permitir el alcohol, el desparrame y la rechifla entre el público asistente. Poco valor cultural dramático le veo yo a eso… Pues aplíquese el caso a nuestro nivel universitario. Ya sólo nos faltaría repartir litronas en las clases, para lograr contrarrestar el absentismo.
No nos engañemos: mejor se viaja bien acompañado, que en solitario. Este barco de Bolonia zarpa ahora con más de cuarenta pasajeros, todos ellos países europeos. Ninguno de los firmantes es ajeno a nuestra visión occidental. Por malo que sea el asiento que nos toque, ¿es de recibo bajarnos del carro, para volver a fijar la frontera de Europa en los Pirineos?
¿Por qué hemos de temer a la libre competencia internacional universitaria, de alumnos y profesores? ¿Hemos de seguir con el mercantilismo antediluviano, prefiriendo lo propio a lo ajeno, por malo que sea lo nuestro? Así nos cunde, y esa es la fama merecida que cosechamos:
- anquilosamiento del modelo educativo,
- aletargamiento burocrático en la administración,
- planes de estudio anticuados (estudio del tipómetro),
- masificación inabarcable en las aulas,
- falta de atención en la formación de los investigadores,
- ausencia de captación de extranjeros (salvo futbolistas),
- falta total de colaboración, incluso entre departamentos de la misma universidad, o entre centros de la misma comunidad autónoma,
- favoritismo y endogamia en el nombramiento del profesorado,
- desidia y desinterés en muchos funcionarios,
- carencia de medios y planes de autofinanciación…
1 comentario:
Pedro, el problema de Bolonia es que en España no se ha planteado de la mejor forma y las modificaciones no aseguran esa integración a los modelos europeos que se pretende. De todas formas, no podremos evaluar las consecuencias de la aplicación del plan hasta dentro de unos años.
En cuanto a que la gente viene de Erasmus a España por la fiesta y los botellones, no te equivocas demasiado. Me recordó al cartel que figuraba hace pocos días en la pizarra en el que anunciaba una manifestación contra "Bolonia" refiriéndose al susodicho plan. Lo más cómico,¿o debería decir penoso?, es que para rematar el anuncio decía: "Regalamos tortilla". ¡Increíble! Me recuerda a los "choripanes con vinito" de Menem o "salchicha con coca cola" de Cristina Kirchner. Así está el mundo, querido profesor.
Un saludo, de otra bloggera, y alumna suya, Romina Hidalgo
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