04 diciembre 2008

Nada justifica matar. Basta ya de atrocidades

Creía que esto era algo obvio e innecesario de recordar. Pero no debe serlo para todos. Se ve que el rencor ciega e impide razonar. Cerremos los ojos y pensemos. Se deja de odiar, cuando se deja de ignorar. Escúchame un momento:

- Ninguna muerte está justificada. Todo hombre vale un infinito. Las personas son sagradas. No es posible tasar el precio de la existencia de ningún ser humano.

- Ninguna vida tiene precio. Nadie puede arrogarse el derecho de disponer de la duración de nadie, y menos aún puede pagárselo. Cualquier violencia está deslegitimada.

- Nadie es dueño de quitar, aquello que no puede devolver. La ley de la selva, no nos sirve en la civilización. Tantos muertos no llevan a ninguna parte.

- Llevamos ya demasiadas muertes pagadas, ¿para qué? Como dice Anasagasti, por ningún fin, por grande que sea, merece la pena atentar ¡ni contra una pluma de la cola de un colibrí!

¿Merecía la pena abrir la puerta a los criminales? ¿Estaba justificado dejar libertad a los terroristas para intervenir de nuevo en la vida pública? ¿Pueden permitir los intereses políticos jugar con las vidas de las personas?

Hemos contado ya nueve muertos, desde esas nuevas políticas dialogantes del talante, adoptadas alegremente por nuestro presidente. Repasemos:

Ignacio Uría Mendizábal (3-12-2008), constructor, de 71 años, asesinado en Azpeitia (Guipúzcoa).

Luis Conde de la Cruz (22-05-2008), brigada del Ejército, fallecido por la explosión de un coche-bomba en Santoña (Cantabria).

Juan Manuel Piñuel (14-05-2008), guardia civil, matado con una furgoneta-bomba junto al cuartel en Legutiano (Alava).

Isaías Carrasco (7-3-2008), ex concejal de Arrasate-Mondragón (Guipúzcoa), tiroteado el 7 de marzo de 2008 en Bergara.

Ambrosio Fernández Recio (03-03-2007), anciano de 79 años, muerto tras estar ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Txagorritxu, en Vitoria, desde que el 6 de enero anterior las bases de ETA atacaran con bombas incendiarias un banco situado en la plaza Jokin Zaitegui, de Mondragón (Guipúzcoa).

Fernando Trapero Blázquez (05-12-2007), guardia civil madrileño de 23 años, muerto por un tiroteo.

Raúl Centeno Bayón (01-12-2007) guardia civil de 24 años, de El Tiemblo (Ávila) tiroteado.

Diego Armando Estacio (30-12-2006), joven emigrante ecuatoriano, con tres años trabajando en España, explosionado en la T4 de Barajas.

Carlos Alonso Palate (30-12-2006), de 35 años, murió aplastado por la montaña de escombros del atentado de la T4, y su cadáver no apareció hasta cinco días después.

Y si nos son diez veces más los muertos, es porque la divina providencia ha impedido auténticas carnicerías, como podían haber causado los otros atentados. Pensemos, por ejemplo, en el coche bomba que destrozó el edificio central de la Universidad de Navarra.

Para salir de estas atrocidades, lo fundamental de entrada, es llamar a las cosas por sus nombres. Basta ya de lenguajes dulzones, y de eufemismos ‘políticamente correctos’. Hablar claro es exigible a todos, incluso hasta a los políticos:

«¿Se está mejor que hace cuatro o cinco años, cuando además teníamos trágicos ‘accidentes mortales’? Sin duda. Es de sentido común, es una mínima apelación a la objetividad», afirmaba Zapatero defendiendo el diálogo con ETA (29/12/2006).

«Y dado que hace muy pocos días hemos tenido ‘un accidente’, un trágico atentado terrorista en el aeropuerto de Barajas de la Comunidad de Madrid» Zapatero insiste en el "accidente" (11/01/2007)

«Hubo siempre un hilo de comunicación más allá de lo que podría ser ‘un accidente’, en este caso tan grave como lo que ocurrió» Vueltas Zapatero con el accidente (El País, 26/03/2006)

No son accidentes: son animaladas brutales e inhumanas. Quien olvida su pasado, tarde o temprano acaba por reincidir. El pueblo que ignora su historia, está condenado a repetirla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola Pedro!
has visto esta iniciativa de green peace y compañía? http://www.timetolead.eu
creo que podría ser interesante moverlo por la comunidad universitaria..

Manu MAÑERO dijo...

Recuerda, Pedro, que aunque la nada justifique una muerte para los occidentales, los islamistas lo ven como una tabla de salvación y para sus fanáticos, aquellos que se mataron contra las Torres Gemelas en septiembre de 2001 son héroes.
Estos son otro tipo de fundamentalistas, vascos para ser más exactos. Y todos somos partícipes de ello: los ciudadanos del País Vasco, por no huir ni plantarles cara. El resto, por seguir llorando sus fechorías, por sentir miedo, por clamar venganza en clave política.
Lo de ETA va para largo. Y me temo que si termina antes de lo previsto, será con alzamiento popular mediante (está claro que los políticos no pueden con ellos), lo cual quizás induciría a otro conflicto nacional que terminara empobreciendo el país y ridiculizándolo en el escaparate internacional.
Sinceramente, no lo veo nada inverosímil. Igual que no vemos inverosímil que sigan matando.