Así reza el cartel que tiene colgado sobre su cama William Rodríguez. Puertorriqueño, nacido en 1961, estudió comunicación. Después trabajó como limpiador en la Torre Norte del World Trade Center. Fue la última persona rescatada en las torres gemelas de Nueva York el 11 S, tras salvar con su llave maestra a cien personas. Vino a asistir al II Congreso de Jóvenes con Valores, en Sevilla y Madrid, la semana pasada.
- Rescató a 115 personas. ¿De qué pasta están hechos los héroes como usted?
De compasión, de misericordia, de necesidad de ayudar a los demás… Tengo un rótulo encima de la cama que es lo último que veo al acostarme y que dice “¿A quién ayudaste hoy?” Y no importa si estoy deprimido o triste porque siempre hay alguien con más necesidad que yo. Es la acción positiva. Nace de las enseñanzas familiares de que hay que preocuparse por el prójimo y de enfocar la energía para cambiar las cosas.
- ¿Se culpa por haber sobrevivido?
Perdí a 200 amigos. ¿Por qué sobreviví? ¿Cuál es mi misión? ¿Qué hago con el milagro de estar vivo? ¿Cómo uso esta segunda oportunidad y la glorifico? Pues haciendo lo que hago: doy herramientas a la gente para salir adelante. A mí me sacaron de los escombros.
- Era agnóstico. ¿Vio a Dios en el infierno?
Me vi sin posibilidades y rogué a Dios. Me ayudó a encontrar una escalera, una barra de hierro, a ver la salida... Para muchos serán casualidades; para mí, un encuentro espiritual. Ahora creo.
- Pues tal y como nos van las cosas, deberíamos empezar a decir «God bless Spaim).
No se crea. El 11-8 cambió la vida de los americanos: ahora te pueden detener indefinidamente y sin abogado, interceptarte llamadas, correos ...
- Encarna el sueño americano, ¿cumplió usted el suyo?
Lo he sobrepasado. Mi sueño era venir a Estados Unidos como ilusionista y me hice técnico informático mientras barría la Torre Norte. Limpié diez años el despacho del gobernador de Nueva York y ponía sillas para las ruedas de prensa. Había estudiado comunicación. El 11-S cambió mi sueño. El mensaje que llevo a los jóvenes es que todo lo aprendido me sirvió para liderar a las víctimas.
- Suena a predestinación.
No. Es usar en un momento dado y de forma positiva las enseñanzas, buenas y malas, de tu vida. Sepa que a mí siempre me encuentran.
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