Para nuestro Presidente, esto va genial: todo nos amplía las libertades públicas, nos aumenta los derechos humanos, nos da avances sociales y progreso, nos asegura una solución positiva y nos supone una magnífica mejora. ¿Sí? ¿Seguro?
¿Qué le pasa? ¿Vivimos en mundos distintos? ¿Será que no ve, o es que no quiere ver? ¿A quién le importa la alianza de civilizaciones, o el laicismo, o la igualdad de sexos, más que el paro y la recesión? ¿Certidumbre, o cerrazón? ¿Realismo, u obcecación? ¿Visión de gobierno, o alucine?
Ya va siendo hora de pensar qué ocupa la mente de los gobernantes. ¿Venden humo, u ofrecen verdaderas soluciones? ¿Es márketing político, o es gestión eficaz? ¿Reparto de culpas y críticas constantes (como Pepiño) al gobierno anterior, o tomas de medidas responsables?
La memoria reciente nos permite repasar la situación. En un alarde de optimismo (¿o de ceguera?) nuestro presidente afirmó, hace sólo diez meses: "España sigue creciendo a muy buen ritmo, pese a los augurios de los pesimistas", y añadía que estamos "en una situación de fortaleza, y que ante las turbulencias vamos en un barco seguro". 22/01/2008
Zapatero afirmaba que "España está todavía mejor que Europa". "Hay razones objetivas para mantener la tranquilidad", pues España "está en una buena situación, una situación de fortaleza económica y, ante las turbulencias, vamos en un barco seguro, como es el de la economía española". 22/01/2008
España está incluso "mejor que nunca" gracias a la reducida tasa de paro, "la más baja de la historia". 22/01/2008 No sucede así, por desgracia… sino exactamente al revés: llevamos ya más de tres millones de parados, y esto no ha hecho más que empezar. ¿Tendremos que esperar mucho tiempo, Presidente, para ver cumplidas esas promesas electorales tuyas, del pleno empleo?
Al mentiroso se le coge antes que al cojo, José Luis. Creo que estás abusando de nuestra confianza. Esto de poder consultar las hemerotecas, le juega a uno muy malas pasadas: te obliga, por muy Presidente que seas, a sufrir la exigencia de verte obligado a rendir cuentas por lo que aseguraste, a tener que ofrecer explicaciones por tus promesas, pronunciadas felizmente, de un modo alegre y gratuito… Incluso también te podemos restregar por la cara esas ofertas tuyas de paja y humo, tan irreales y tan incumplidas, como éstas.
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