"Reeditar el frentismo", eso es lo que opina el historiador Stanley Payne sobre la famosa memoria histórica de Zapatero. Volver a resucitar los odios y los agravios, repetir los juicios, desenterrar las tumbas… ¿En qué país civilizado buscan rememorar los enfrentamientos sangrientos ofensivos que dividen y provocan?
Hay casos tan tristes como los desfiles anuales de la Orden de Orange protestante, en Irlanda del Norte, contra los católicos, o en las marchas del Ku Klux Klan contra los negros, y pocos casos más. No creo que sea los mejores ejemplos que imitar para unir a los ciudadanos.
Payne califica como “Memoria cañí” a la iniciativa judicial de Garzón sobre la “Memoria Histórica”, y de “socialistas cañí” al PSOE que resucita la Guerra Civil para asegurarse votos. No olvidemos que los orígenes que causaron la guerra, son tan importantes como la guerra misma, como sabiamente enfatizaba José Ortega y Gasset.
No puede enorgullecerse nadie, por muy republicano que sea, ante hechos tan brutales y horribles como:
- las espantosas torturas practicadas indiscriminadamente en las checas,
- las persecuciones, represiones y encarcelamientos por patrullas de milicianos,
- los ‘paseíllos’ con matanzas y fusilamientos arbitrarios sistemáticos,
- el célebre Santiago Carrillo y sus inmensas sacas y fosas de Paracuellos,
- las masacres perpetradas por el “Comité de Salud Pública” en Valencia,
- la matanza de los militantes anarquistas de la CNT y la FAI,
- la carnicería contra todos los miembros POUM -Partido Obrero de Unificación Marxista- en Barcelona,
- la eliminación de su presidente Andreu Nin, detenido el 16 de junio de 1937 por orden del jefe del NKVD, Alexander Orlov, torturado hasta su muerte, destruyendo su cadáver en el horno crematorio secreto, revelado en 1998 por el coronel archivero del KGB, Vasili Nikitich Mitrokhin,
- “Los anarquistas y los socialistas-comunistas se mataban entre sí con regularidad uno o dos muertos al día”, escribe Edward Knoblaugh, periodistas corresponsal en Madrid en 1936,
- “Solamente en la Casa de Campo se encontraban de 70 a 80 cadáveres cada mañana. Un día, el gobierno hubo de confesar que había 100 muertos”, declara la republicana Clara Campoamor en 1937 en "La revolution espagnole vue par une republicainne",
- los cadáveres de los jóvenes anarquistas yacían abandonados en el cementerio de Sardañola, “horriblemente mutilados, con los ojos fuera y las lenguas cortadas”, según denunció la ex ministra y dirigente anarquista Federica Montseny Mañé,
- "Este hombre ha hablado por última vez", palabras de Dolores Ibárruri ‘la Pasionaria’, previas al asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de Junio de 1936,
- las brutalidades como cortar fríamente en vivo los testículos al obispo de Barbastro, antes de ajusticiarle,
- machacarles el cráneo a pedradas en vivo a sacerdotes valencianos,
- arrojar a los fosos y jaulas de las fieras del Zoológico de Madrid a hombres vivos,
- los asesinatos perpetrados entre 1936 y 1939 a sangre fría de 13 obispos indefensos, 4.184 curas, 2.365 religiosos y 283 monjas, por el único delito de su condición,
- las innumerables destrucciones de templos e imágenes, acabando con el 50% del tesoro artístico nacional,
- la total persecución del culto y su exterminio, la aniquilación y expropiación de lo religioso,
- las profanaciones de monumentos y tumbas, las quemas de conventos, y otras maravillas similares, que son presentadas como “actos cívicos y democráticos, practicados por la genuina autoridad legítima”.
Como para creerse ese camelo de la ‘pacífica’ y ‘democrática’ República. En realidad, aquello no fue más que un desastre de terror y bandidaje, siguiendo un plan orquestado soviético comunista de imponer la revolución dictatorial y destructora, estalinista y bolchevique, igual que hizo en todas partes, por la fuerza de las armas.
Por cierto, ya de paso, puestos a hablar de “Memoria histórica”, recordemos que el PSOE (el mismo que ahora nos gobierna) envió el 15 de septiembre de 1936 desde Atocha 10.000 cajas de oro con destino a Cartagena, donde llegaron dos días más tarde. Esas 740 toneladas de oro fueron embarcadas del día 22 al 25 de octubre en cuatro barcos con destino a Moscú. Gran parte eran monedas de altísimo valor numismático -soberanos, reales, escudos, maravedíes- y numerosos objetos de plata, vajillas, cuberterías, joyas y de tesoros artísticos de valor incalculable y, por supuesto, no equivalente a la ayuda militar soviética al Frente Popular.
Memoria histórica, José Luis Rodríguez Zapatero… Esa sí que es la memoria que a ti te falta.
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