Universidad lastrada y rancia

Esclerótica, arcaica y reticente a los cambios. Así denuncia a nuestra universidad el Suplemento Campus de elmundo.es: «Un profesor universitario cobra la mitad en España que en Holanda. Promesas que nunca llegan, sueldos escasos, estructura rígida que dificulta los cambios y catedráticos que apenas trabajan con sus alumnos: así es la educación superior en nuestro país, según denuncian expertos y docentes».

¿Qué pasa en nuestra Universidad? Pues que los salarios son bajos y los profesores trabajan poco. ¿Cuál de ellas es la causa, y cuál es el efecto? Da igual, lo mires por donde lo mires. Ni subiendo el sueldo, ni bajándolo, conseguimos cortar con este círculo vicioso. Son como con el huevo y la gallina, nadie sabe cuál fue antes y cuál después. El resultado en cualquier caso es el desinterés, la desidia, la desgana, la ineficacia y la poltrona.

Un profesor Asociado, que según la Ley universitaria es un “especialista de reconocida competencia”, cobra menos que el salario mínimo de un peón de la construcción: 13.500 euros brutos al año, frente a los 10.800 de un profesor asociado (especialista del máximo nivel). Si la remuneración mide el reconocimiento de una sociedad por el trabajo de los profesionales de la enseñanza, España no sale muy bien parada que digamos. ¿Resultado? El profesor es un trabajador desganado, desmotivado, cansino e improductivo.

«Los sueldos de los profesores de Educación Superior en España son los más bajos en toda Europa del Oeste. En Portugal, con un coste de vida un 25% más bajo que España, también son superiores», indica José Ginés Mora, profesor en Londres del Centro de Estudios de Educación Superior (CHES). Sugiere que «sería conveniente pagar más», pero también «exigir más y tirar a unos cuantos a la calle». Totalmente de acuerdo. «Un sistema de incentivos y pluses a la productividad sería lo recomendable», argumenta Ginés.