Marcharse fuera a ‘hacer las américas’, cruzar el Atlántico como hizo Schwarzenegger desde Austria, embarcarse como hicieron nuestros bisabuelos hacia Cuba, Méjico o Buenos Aires, tristemente sigue resultando inevitable. Con los intelectuales, sigue sucediendo lo mismo: vivimos en una auténtica fuga de cerebros a USA y hacia otras potencias europeas. Lo mejorcito de las aulas, nuestro mayor tesoro, huye de aquí despavorido.
Lo nuestro es un mal de cultura. En España hay poca (o nula) captación de cerebros, y -menos aún- afán ninguno para importarlos. Mucha marcha, pero ningún pensamiento. Juerga y risa, pero sin fundamento. No nos cuidamos ni de guardar a los nuestros, estamos como para buscarnos extranjeros.
Véase el siguiente caso. Laura Morales es una investigadora de la Universidad de Manchester. Con tan sólo treinta años se ha visto recompensada con las más prestigiosas becas europeas. Acaba de concedérsele una beca más, esta vez en España, la 'Ramón y Cajal', pero cree que no la aceptará:
“¿Volver de España? ¿Para qué? ¿Para perder mi estatus profesional, cobrar la mitad y además pasar a depender de un jefe de departamento? Cuando me presenté a las habilitaciones sentí que tenía un buen currículo pero que había profesores más mayores que necesitaban el puesto más que yo”.
“Así no creo que vayan a propiciar el tan anunciado retorno de los talentos porque lo único que ofrecen es paella, sol y familia. Tampoco se debe generalizar. En realidad tal y como son las cosas, la Universidad española no va tan mal como debería. Los investigadores están consiguiendo hacer verdaderos milagros”.
Morales también dice que cree que no vivirá para ver una reforma efectiva de la Universidad española. “Yo suprimiría el funcionariado. Pero ningún gobierno se va a atrever nunca. Los catedráticos son uno de los estamentos de poder de este país -no hay más que ver la que se organizó con la LOU-. Con frecuencia la gente en la Universidad tiene aspiraciones políticas y muchas veces logran llegar a puestos de responsabilidad”.
Lo nuestro es un mal de cultura. En España hay poca (o nula) captación de cerebros, y -menos aún- afán ninguno para importarlos. Mucha marcha, pero ningún pensamiento. Juerga y risa, pero sin fundamento. No nos cuidamos ni de guardar a los nuestros, estamos como para buscarnos extranjeros.
Véase el siguiente caso. Laura Morales es una investigadora de la Universidad de Manchester. Con tan sólo treinta años se ha visto recompensada con las más prestigiosas becas europeas. Acaba de concedérsele una beca más, esta vez en España, la 'Ramón y Cajal', pero cree que no la aceptará:
“¿Volver de España? ¿Para qué? ¿Para perder mi estatus profesional, cobrar la mitad y además pasar a depender de un jefe de departamento? Cuando me presenté a las habilitaciones sentí que tenía un buen currículo pero que había profesores más mayores que necesitaban el puesto más que yo”.
“Así no creo que vayan a propiciar el tan anunciado retorno de los talentos porque lo único que ofrecen es paella, sol y familia. Tampoco se debe generalizar. En realidad tal y como son las cosas, la Universidad española no va tan mal como debería. Los investigadores están consiguiendo hacer verdaderos milagros”.
Morales también dice que cree que no vivirá para ver una reforma efectiva de la Universidad española. “Yo suprimiría el funcionariado. Pero ningún gobierno se va a atrever nunca. Los catedráticos son uno de los estamentos de poder de este país -no hay más que ver la que se organizó con la LOU-. Con frecuencia la gente en la Universidad tiene aspiraciones políticas y muchas veces logran llegar a puestos de responsabilidad”.
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