¿De dónde procede la idea actual del profesional de los medios? ¿A qué se debe que por tal oficio entendamos todos a una especie de héroe invencible, un Melchor Miralles, un Alfonso Rojo o un Pedro J. Ramírez, denunciadores de escándalos públicos y desveladotes de tapujos oficiales? ¿Por qué la cultura popular atribuye esas características al rol informativo periodístico? Un norteamericano nos responde a estas preguntas, saltando el Atlántico, justificando su visión.
“En un proyecto de investigación de nuevos modelos para enseñar ética periodística, los profesores y alumnos deberían fijar al menos el nombre de un periodista, vivo o muerto, para proponerlo ante los estudiantes como ejemplo de ética periodística”. A research project on new ways to teach journalism ethics, I would appreciate journalism teachers and scholars sending me the name of at least one journalist, living or dead, they think should be put before students as an exemplar of ethical journalism. (http://ijpc.org/ )
Todo ha nacido en la oscuridad, mientras la gente veía en la pantalla películas de Superman como Clark Kent, periodista en el Daily Planet. (It happened in the movies). Tendemos a ver al periodista como al héroe perfecto de la película del cómic. But for most, the reporter will be perceived as a strange mixture eliciting adoration and hatred, affection and scorn. These images have built a love-hate relationship. Pero para la mayoría un periodista será objeto de una posición controvertida: una mezcla de amor-odio, de afecto y de desprecio, de atracción y de rechazo.
Con todo, creo que la mayoría de los ciudadanos seguimos deseando por encima de todo una prensa libre y sin trabas, que asegure nuestra libertad de información, para protegernos y darnos con autoridad un flujo de comunicación global, libre de recelos sobre los medios.
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