Fiesta grande. Lo he celebrado genial, a gusto. Para empezar, escapada a Cape Code Bay, a bañarnos todo el día en el océano Atlántico. Había unas olitas geniales, que -haciendo surf- te llevaban hasta la arena… El agua estaba fresquita y hacía un viento rico-rico, con un solazo a tope.
Las playas están casi vacías, llenas de casetas de duchas, sillas altas de vigilantes, parkings y lavabos… El sitio es idílico, con una arena blanca finísima y conchas, todo entre grandes dunas, con gaviotas volando justo por encima de nosotros sin ningún temor.
La playa era larguísima. Estuve corriendo con una amigo, Manton, junto al borde de las olas, llegando hasta el faro donde terminaba la bahía, y aquello seguía: era inacabable. Después comimos los bocatas y nos echamos una la siesta al sol, porque se estaba de vicio. A continuación nos fuimos a una heladería rural baratísima, donde me tomé un ice cream de Extra Chocolate inmenso, de tres dólares, que me dejó entusiasmado.
Luego vuelta a casa, todo por autopistas. Allí tuvimos una barbacoa en el jardín, con un montón de gente joven, invitados al festejo. Hice un montón risas. Me hizo gracia comprobar que la mayoría de los chistes que cuento en clase, pueden traducirse al inglés con éxito: los americanos se partían de risa cuando se los contaba.
Nos juntamos allí en la fiestuqui gente joven de todos los estados: Indiana, Texas, Florida, Iowa, Chicago, Alsaka, New York... Boston es la ciudad universitaria de USA: aquí hay gente de todo el país, y de todo el mundo, especialmente chinos.
Después estuvimos viendo los shows y los fuegos artificiales de la fiesta del día de la independencia, que era la pasada. Es el día más grande de los que aquí se celebran, junto con el Thanks Giving day. En New York, en el Río Hudson, tenían organizados armonizados para estallar a la vez, ocho puntos de lanzamientos de fuegos artificiales, que se iluminaban simultáneamente. Yo creo que ni en las fallas de Valencia montan un circo de esas dimensiones.
Las playas están casi vacías, llenas de casetas de duchas, sillas altas de vigilantes, parkings y lavabos… El sitio es idílico, con una arena blanca finísima y conchas, todo entre grandes dunas, con gaviotas volando justo por encima de nosotros sin ningún temor.
La playa era larguísima. Estuve corriendo con una amigo, Manton, junto al borde de las olas, llegando hasta el faro donde terminaba la bahía, y aquello seguía: era inacabable. Después comimos los bocatas y nos echamos una la siesta al sol, porque se estaba de vicio. A continuación nos fuimos a una heladería rural baratísima, donde me tomé un ice cream de Extra Chocolate inmenso, de tres dólares, que me dejó entusiasmado.
Luego vuelta a casa, todo por autopistas. Allí tuvimos una barbacoa en el jardín, con un montón de gente joven, invitados al festejo. Hice un montón risas. Me hizo gracia comprobar que la mayoría de los chistes que cuento en clase, pueden traducirse al inglés con éxito: los americanos se partían de risa cuando se los contaba.
Nos juntamos allí en la fiestuqui gente joven de todos los estados: Indiana, Texas, Florida, Iowa, Chicago, Alsaka, New York... Boston es la ciudad universitaria de USA: aquí hay gente de todo el país, y de todo el mundo, especialmente chinos.
Después estuvimos viendo los shows y los fuegos artificiales de la fiesta del día de la independencia, que era la pasada. Es el día más grande de los que aquí se celebran, junto con el Thanks Giving day. En New York, en el Río Hudson, tenían organizados armonizados para estallar a la vez, ocho puntos de lanzamientos de fuegos artificiales, que se iluminaban simultáneamente. Yo creo que ni en las fallas de Valencia montan un circo de esas dimensiones.
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