Con más de 200 restaurantes chinos y con más de cien mil ciudadanos residentes de esa etnia en el barrio, Chinatown te transporta al imperio de oriente con sólo cruzar una calle. La diferencia está en el idioma que hablan. Los antiguos emigrantes chinos, procedentes en su mayoría de la región cercana a Hong Kong, utilizan el dialecto chino cantonés.
Sin embargo, las nuevas oleadas de emigrantes a partir de los años 80, son hablantes del dialecto Mandarín, la lengua oficial de China. Pude entrar en el templo budista más importante de Chinatown. Por respeto a sus creencias no hice fotos dentro. El local tenia unas cincuenta sillas, una gran mesa con flores y frutos -a modo de ofrendas-, y una descomunal estatua de buda sentado sobres sus piernas a lo bonzo.
En una iglesia católica china del barrio pude ver que las misas se ofrecen diariamente tanto en inglés, como en cantonés y en mandarín. Todo ello en Nueva York, a un paso de los grandes bancos mundiales en la zona financiera.
El taxista que me llevo ayer al río Hudson, no paraba de hablar en chino por radio con su central. Hay una auténtica avalancha de chinos en New York.
No hay comentarios:
Publicar un comentario